Revista Cultura y Ocio

Al límite. Thomas Pynchon

Por Mientrasleo @MientrasleoS

Al límite. Thomas Pynchon
      "Es el primer día de la primavera de 2001 y Maxine Tarnow, a la que algunos todavía guardan en la memoria con su apellido de soltera, Loeffler, lleva a sus hijos a la escuela. Sí, es más que posible que ya no estén en edad de necesitar acompañante, y también es posible que Maxine se resista, todavía, a dejarles ir a su aire, son sólo un par de manzanas, le pilla de camino al trabajo y le gusta hacerlo, así que ¿qué tiene de malo?"
     Es curioso como hay escritores que son superados por su propia fama como escritores. Ya sé que la frase no tiene sentido, pero como se trata de Pynchon tampoco importa demasiado si tiene sentido lo que estoy diciendo. Todo el mundo lo conoce, de nombre porque nadie lo ha visto la cara salvo tal vez Martin Amis que parece ser queda con frecuencia con él. Y sin embargo, mucha gente aún no lo ha leído. El caso es que la salida al mercado de un nuevo título ha provocado que todos los ojos se vuelvan para leer, cuanto menos, el título. Hoy traigo a mi estantería virtual, Al límite.
     Conocemos a Maxine Tarnow, una investigadora de fraudes que no siempre se ha movido en el lado adecuado de la ley al investigar. Es una mujer divorciada y con dos hijos que sigue mirando a su egocéntrico ex. Un antiguo conocido acude a ella para que investigue Hashslingrz, una empresa de seguridad informática liderada por Gabriel Ice por posibles delitos de fraude. No lo he dicho, pero estamos en Nueva York, corre el año 2001 faltan pocos meses para el 11-S.
      Siempre es complicado hablar de las novelas de Pynchon; por la trama, por los personajes, las críticas, por sus gustos recurrentes... siempre se dice menos de lo que se quiere, más de lo que se debería y no siempre de la forma más ordenada para quien está escuchando o leyendo la opinión. Así que lo mejor suele ser ordenarse un poco e ir por partes sin comparar demasiado con novelas anteriores (por mucho que nos tiente a sus lectores habituales) para que nadie se pierda.
   
     Es inevitable al leer la sinopsis de Al límite, pensar en el peso que puede tener el 11-S en el argumento, y precisamente por eso hay que destacar que no es una novela que trate del 11-S aunque, efectivamente, aparece y tiene su peso como lo tuvo en la vida de millones de personas. La novela, que se articula en torno a una investigación con muerte incluida, pronto nos deja claro que esta vez Pynchon se inclina por el género negro como ya hiciera en otras ocasiones. Acompañamos así a Maxine en una investigación en la que descubriremos el auge tecnológico que tuvieron las puntocom en un determinado momento (tema, la informática, en el que reconozco estoy pez, y así me he sentido durante un par de páginas mientras iban explicando conceptos y bases). Esa burbuja en la que no se sabía muy bien de lo que se estaba hablando y para la que Pynchon creará (importante esta puntualización) una zona web profunda (Deep Web), en la que parece que todo vale o todo puede estar ahí, todos incluso; un juego en el que se vaporiza a los malos en lo que a mi me ha parecido una crítica sarcástica al concepto de violencia al alcance de todos en las redes, y también de DeepArcher, un programa que no tiene desperdicio. En el camino de la investigación de los fondos y a qué se dedican, el autor entra en el tema conspirativo, inevitable supongo en estos casos y más con la sombra del 11-S planeando de fondo para un lector que recibe esta historia conociendo lo que va a suceder, y que no puede evitar sentir un escalofrío cuando los hijos de nuestra protagonista visitan a su padre en una oficina situada en el WTC. Así es Pynchon, se divierte escribiendo (no me cabe duda) y también se divierte pensando en las reacciones del lector.
     Maxine me ha parecido un personaje magnífico, el más femenino con diferencia de cuantas mujeres nos había dibujado el autor, pero lleno de esas pequeñas complejidades tan reconocibles en su estilo. Está acompañada además de todo un universo de niños, judíos, programadores, coleccionistas de muñecas, mujeres que siguen siendo princesas... por el que es un placer pasearse. Un mundo además en el que apreciamos una crítica a la sociedad y el capitalismo imperante, pero también un sentido del humor actual en el que incluso de permite sorprender al lector al citar a Britney Spears, o recordarnos series televisivas de hace unos años. Y un mundo que cambia, junto con las personas que lo pueblan al sufrir un impacto como el 11-S (y no pongo un ejemplo que me ha parecido espléndido por no desvelar nada del contenido de la historia).
     La última novela de Pynchon es más lineal, menos disparatada (aunque tiene momentos como el recuerdo de un crucero que son francamente divertidos) y posiblemente una gran opción para comenzar con uno de los nombres que, no cabe duda, ya figuran en el vocabulario de cualquier lector.
Me ha gustado volver a Pynchon; no es su mejor novela, pero la he disfrutado.
     Y vosotros, ¿alguien tiene una foto de Thomas Pynchon? Ah, no...  no era esa la pregunta; ¿Sois de los que consideráis a Pynchon difícil incluso sin haberlo leído o ya os habéis animado con él?
     Gracias
     PD.
     Título original: Bleeding Edge
     Bleeding Edge: tecnología tan novedosa que incurre en un elevado riesgo de ser poco fiable y provocar que los gastos soportados al utilizarla sean muy elevados.

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