Al oído de sus avisos, nuestras respuestas

A veces nos olvidamos que los políticos son de carne y hueso, como todos los demás ciudadanos, y que por serlo en una escala elitista y de estar erradamente por encima en otro grado de influencia y denodada tendencia, contribuyen nefastamente a cambiar las normas de una legislación ligera, exigua, obsoleta, indecorosa e incluso fraudulenta, en la mayoría de los casos desconocida por ellos, los nuevos senadores y diputados, y otros subalternos del sistema, sirviéndose los platos incomestibles de la equidad para subrogarse a quienes pretenden cambiar los movimientos sociales, preferentemente en lo concerniente a la economía y a las estrecheces constantes de nuestras libertades, además de otras facetas, algo grotesco que gira como una caballito rotativo de feria, cuando cada vez somos más los que cuestionamos la impropiedad, actitud y aptitud de ellos, máxime cuando creen con rotundidad amable y condescendiente que debemos seguir sus subliminales consejos, que casi siempre pecan de los mismo, cuando creen que hay que dirigirlos a idiotas como si de ellos fuésemos plebeyos.

En ocasiones algunos en nuestro reducto, que no es anarquista pero si contestatario a las inclemencias que deben soportarse en ese nido de malas tormentas y malnacidos que perjudican feamente a otros, nos preguntamos como no hay más vengadores solidarios, lo que demuestra que somos algo más que cobardes por no hacerlo nosotros, y no les reventamos entre todos los perjudicados las narices y la boca cuando mienten y tienen sellados los labios, o se las ingenian para seguir omitiendo que ellos no pertenecen al otro privilegio, que el ser libres y decir lo que pensamos, ya sea desde una poltrona, un palco o un teclado.

Hay momentos en los que la imaginación entre borrosas cumbres y el desatasco de nuestros propios inodoros mentales, nos hacen olvidar que simplemente habría que imitar a algunos actores, como el tunecino Sami Bouajila que encarna siempre muy bien su papel, llevado a la perfección cuando trata de hacer justicia, como casi siempre gracias a un espléndido guión, por el que desgraciadamente pocos sabremos interpretar.

Nos nos hagan caso señores y señoras con reconocimiento pluriempleado al que disfrazados del blanco de la nitidez solo les falta el "sacalot" para hacer de urbanos y permitir que pasen los mandatarios por un paso de cebra inexistente, que en la mayoría de los casos son tan grises como sus pensamientos. Y ustedes se merecen más de lo mismo, que los pongamos a "parir" en su propio estercolero, allí o allá donde estemos los solitarios invisibles que cada vez somos más para desprendernos de una mascarilla absurda, que nunca será como la de ustedes que es de amianto, eso sí, haciendo que huyamos y cambiando de IP para no ser localizados. P.D.- que lo estamos sin duda, por el propio miedo que les embarga si algo nos sucede.