Al sol que más calienta

“¿Quién dijo que para triunfar en la vida hay que ser guapo y rico?”, se preguntaba aquel celebrado cómico en su sketch. Y él mismo se contestaba: “¡Qué va! Sólo basta con ser rico.”

En las últimas semanas, como un reguero de pólvora, hemos conocido el modus vivendi de algunos altos ejecutivos de determinadas cajas de ahorro en nuestro país. Y de lo que nos han contado, hemos deducido que vivían como marajás. Mientras el Estado acudía en auxilio de sus entidades –algo que muchos cuestionaron–, maltrechas por la crisis y por su proceder en un tiempo en el que se apremiaba a que la gente se entrampase, ellos consumían su existir a cuerpo de rey. Que si hay que hacer una escapadita para reunirnos y sentar acuerdos, pues nos vamos a Biarritz, a un hotel de cinco estrellas, con habitaciones a 700 euros la noche. Que me voy y no lo voy a hacer sin una pensión compensatoria, pues que me adjudiquen una indemnización de nada aunque, eso sí, que su cuantía no me ofenda.

Los casos de Caja Mediterráneo (CAM) y Novacaixagalicia han sido los más palmarios y escandalosos. En el primero, lo que más ha llamado la atención es que su directora general tuviera un sueldo de casi 600.000 euros anuales y aspirara a marcharse de forma vitalicia con 370.000 euros por año. En el segundo, la entidad gallega destinó 23,6 millones para hacer frente a la salida de tres de sus altos directivos.

Sorprende todo esto, aún más en un país donde, recordando al que fuera primer ministro británico, se avecinan tiempos de sangre, sudor y lágrimas. Pero, a lo que se ve, el tema no iría con quienes, ante la que se nos pudiera venir encima, buscaban abrigo al sol que más calienta: el del dinero contante y sonante, claro está. Sería tanto así como, echando mano del manido refranero, espetarle en sus caras con chulería y desvergüenza a los que las están pasando canutas:  ‘ande yo caliente y ríase la gente’.