Revista Cultura y Ocio

Alá es grande en New York

Publicado el 08 febrero 2017 por El Sol De Madrid Rubén Olmeda @elsoldemadrid

Si me dicen esto hace unos años hubiera apostado bastante dinero a que se trataba de una mentira, de un montaje, que no podía ser realidad. Si hace un par de años me cuentan que el “Allahu akbar” retumbaría en las calles de New York de verdad os digo que pensaría que quien me lo cuenta ha bebido mucho orujo, o que estamos en el día de los inocentes.

Pero si, “Alá es el más grande” ha sido el cántico de las protestas anti Trump hace unos días en New York (podéis ver los vídeos de este artículo), pero también en el aeropuerto de Dallas y muchas otras ciudades. Musulmanes rezando como protesta y las mujeres de la marcha anti Trump apoyando incondicionalmente, como si los musulmanes fueran los mayores defensores de los derechos de las mujeres, como si al llegar al poder no las obligarían a vestir con velo, a no enseñar el cuerpo, a no votar, a no poder conducir e incluso a no poder trabajar donde ellas quisieran. ¿Acaso son libres las mujeres en los países donde el Estado se confunde con el Islam?.

Se nos va de las manos, esto se nos va de las manos, por muy equivocado que esté Trump es el Presidente electo de los Estados Unidos, es quien ha ganado en las elecciones más televisadas del mundo, a través de las campañas electorales más potentes jamás inventadas (al menos entre los siglos XX y XXI) y representa a un pueblo que se ha caracterizado por luchar por la democracia desde su nacimiento.

Que el frente común contra el Presidente de los USA, sean las mujeres de izquierda que a su vez apoyan a los colectivos de musulmanes es algo que no logro comprender, bueno si, lo comprendo pero no tiene razón de ser. Un mujer (feminista o no) debería alejarse de compartir cartel con alguien que la considera inferior, que vive pensando que el hombre tiene derechos sobre la mujer por el mero azar de haber nacido con ese sexo. ¿Pero qué narices hacen todas esas mujeres de las marchas anti Trump con carteles de “we the people” junto a musulmanas que se cubren hasta las cejas?. ¿Acaso tiene libertad una mujer que no puede vestir como quiere, andar con quien quiere, leer o comer lo que quiere?.

El Islam penetra en la cultura occidental precisamente por su propia debilidad, por los resquicios de la autodestrucción, pequeñas grietas basadas en el propio confort que asegura una protestita chula cada semana, algo que contar a los amigos, un sitio donde demostrar que uno es guay y está en contra de los malvados capitalistas. Capitalistas que hacen posible que ese “uno” tenga un iPhone, un reloj, un coche, una cafetera de cápsulas y unas zapatillas último modelo pero low cost porque se fabrican en tierras lejanas, donde la explotación infantil quizá no preocupa tanto como aquí la lucha por situar a un presidente del gusto de Hollywood.

Como dice la canción de Mártires del Compás “semos, semos los escombros de las torres gemelas… la estatua la libertad esta acojona esta acojona, ya no sabe si le viene por delante o por atras.”


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