Alberto Ammann en FISahara

Dajla, hoy sábado, día de clasura del festival.
Llevamos aquí sólo dos días, y un par de cosas vuelven a cabeza constante e irremediablemente... por suerte. La primera es que, como me lo he repetido toda mi adolescencia, viajar abre la mente. Tener la maravillosa sensación de vertigo, de replantearse creencias, dogmas, palabras santas y pensamientos. ¿Qué puede haber de malo en equivocarse si asi hemos crecido siempre?
Aquí, en Dajla, la supervivencia no es gracias solo a la ayuda humanitaria, sino por la entereza del pueblo saharaui. Aquí lo poco que hay se comparte entre todos. Aqui la gente se trata con cariño y respeto. Aquí la gente se detiene a meditar. Y no hay un solo niño al que una familia no adopte como propio. Y yo, simplemente, me animo a preguntarme sin con la vida que llevo, cada dia que pasa, ¿qué es lo que va creciendo en mi? ¿la felicidad o el sufrimiento?