Alberto García-Alix

"Para que te guste la fotografía tiene que atraparte la magia de ese momento increíble. Una vez que lo descubres es muy difícil parar".

Es precisamente la vida de lo que retratan sus fotografías llenas de hombres, mujeres y ambientes que tantas veces fueron tachados de inmorales. Sus putas y drogadictos plasman vivencias propias y ajenas que para la mayoría  de los espectadores resultan expresiones de un mundo desconocido. La obra de Alix tiene la melancolía inevitable en un artista que sigue vivo a pesar de los virus y las adicciones. Él mismo reconoce que la heroína y la hepatitis C fueron dos grandes enemigas que sin embargo le dejaron el pozo necesario de sabiduría para construir que son "una puerta a la vida y a la conciencia de la realidad". Y aunque la fotografía no  puede "salvar a nadie", desde los años 70 ha sido para él un camino abierto hacia la comunicación y el conocimiento. Las motos Harley Davidson, los tatuajes, la música y la noche han sido sus musas de inspiración.

"Hay gente que está hecha para encontrarse. Te puedes encontrar a través del trabajo, o durante la noche, bebiendo en los bares. Pero la magia es esta: que alguien que tienes delante te haga vibrar, que te permita reconocerte. Al final, lo más importante en esta vida es el intercambio, la amistad, el amor, y no ya en el terreno sentimental, sino en el del conocimiento."
Cómo García Alix dice "Hay gente que está hecha para encontrarse" y él lo hace a través de su objetivo autorretratándose así mismo y a la gente de su entorno. La suya es una mirada directa, directísima que sabe combinar con la delicadeza de quién quiere, trata y fotografía a los suyos.
Todo/Nada palabras que tiene tatuadas en su cuerpo que reflejan las dos personalidades tan contradictorias y a la vez tan complementarias de este fotógrafo. Alix es un ser humano que descendió a los avernos, cayó y se levantó, como el ave Fénix resurge de sus cenizas una y otra vez. Es un superviviente, sus fotografías hablan por sí solas, la fotografía le obliga a una constante reflexión de lo que ve. 

Auténtico antropólogo y visionario del ser humano. Parece somo si este hombre pudiera leer los pensamientos y emociones de la gente a través del objetivo de su cámara. Cuando observas a sus personajes es como si el tiempo se detuviese como en el retrato del César. Todos y cada uno de ellos te hipnotizan e interrogan con la mirada. A pesar de la dureza de las imágenes, especialmente de las primeras, sientes un deseo irrefrenable de volver a ellas una y otra vez. Son la vida en sí misma: cruda  y dura pero extremadamente bella a la vez.


Aunténtico poeta visual, sus imágenes son un canto a la vida y a la muerte, en definitiva a la existencia del ser humano. Para él la fotografía supone una búsqueda de sí mismo y de los demás, un intento para comprender el mundo. Es un auténtico narrador, tanto por medio de las imágenes  de sus fotografías como en los títulos que les pone.





"La decepción es parte del juego. Sin decepción esto no sería vida, sería un aburrimiento. La frase más acertada es, sin duda: Que continúe el espectáculo. Cuando los leones se comen al donador, adelante con los trapecistas."

Lo que dura un beso.

"La fotografía es una forma de evidenciar las heridas, todos tenemos heridas, cerrarlas es cosa nuestra. Lo que sí creo es que gracias a mis fotos, me he librado de ir al psiquiatra."