En el momento de escribir esta entrada, hace ya un par de semanas, se rumoreaba la separación de la Pantoja joven y el Sr. Isla, prolífico padre a su aún corta edad, con dos bebés más en los brazos de sus progenitoras, que cargados a sus espaldas. La precocidad de la niña corre pareja con su avispado carácter que, según dicen, llegó a espetar a la cantaora que sería más famosa que ella. Desde luego no parece que el dulce gorgogeo de la tonadillera lo comparta la chiquilla, por eso de la adopción, vamos; pero la experiencia con los medios y en las exclusivas se le da estupendamente a la joven madre. Alberto Isla es un poco canalla, con ese punto que “pone” a algunas mujeres, jóvenes y no tanto, y la testosterona del muchacho se dispara y termina perdido en la cama de cualquier motel de carretera. La Pantoja junior, sucumbida ante el encanto del joven triunfador se hizo mamá tempranera y soñó con una familia imposible. La estabilidad personal no se obtiene vendiendo la intimidad ni la dieta de la alcachofa; el dinero fácil tampoco ayuda a ella y a la muchacha le sobran las dos cosas. Desde este espacio le deseamos la mayor felicidad, pero por desgracia, desde el escepticismo que ella misma ha creado alrededor suyo.