Revista Cultura y Ocio

Alberto Langa, de Alberche de las Artes, nos deja esta reflexión en forma de artículo

Publicado el 20 junio 2017 por Castillosenelaire
Alberto Langa, de Alberche de las Artes, nos deja esta reflexión en forma de artículo
Juventud y Cultura, ¿acaso no están unidos en nuestra comarca?
Hace unos días Javier Fernández Jiménez, un referente cultural de la Sierra Oeste de Madrid, nos devolvía gracias al face unas reflexiones que escribió hace un año y que siguen vigentes. Se puede, y se debe, leer primeramente su artículo para saber a qué hago referencia.
Estando completamente de acuerdo con él, le voy a llevar la contraria, que lo bueno que tiene la cultura es que al no tratarse de una ciencia exacta se puede defender una postura y la contraria sin despeinarse mucho. También lo hago porque Javi es amigo y lo entenderá como una aportación al debate, que si no de qué, que yo soy como ese del chiste de “no me gusta discutir”.
Voy a la primera discrepancia: juventud y cultura ya están unidos en nuestra comarca y en toda España. Este verano veremos decenas de festivales de música con miles y miles de jóvenes que los llenarán. Sin salir de la comarca, aunque la mía es más amplia ya que contemplo el Alberche, miles de jóvenes acudirán al DEMO FEST, al Cebrerock o a Músicos en la Naturaleza con nada menos que Sting. Miles de jóvenes llenarán también las salas de cine, sean éstas las habituales o las de verano instaladas en plazas. Son dos ejemplos de cultura, música y cine, a los que los jóvenes acuden habitualmente y si no lo hacen más es por falta de recursos económicos.
También son partícipes en la creación de cultura. Muchos jóvenes pertenecen a las bandas de música de sus pueblos, a grupos de baile ya sea tradicional o de sevillanas o moderno, y forman parte de charangas. Además de actividades culturales colectivas, los jóvenes también se emplean culturalmente de forma individual, y en la revista de la Asociación Cultural Alberche de las Artes hemos podido contar, entre los menores de edad, con una fotógrafa de Cebreros y otra de El Tiemblo, con una escritora de relatos de Cebreros, con un poeta de El Tiemblo, y con una dibujante de Navaluenga (espero no olvidar a nadie), además de casi una decena de alumnas del instituto Claudio Sánchez Albornoz que nos enviaron sus trabajos de la clase de Plástica. Con los alumnos del instituto Hermenegildo Martín Borro pudimos hacer una lectura de poesía de la Transición en un acto precioso.
En la segunda discrepancia, es la duda de si realmente cuando hablamos de cultura hay diferencia entre jóvenes y mayores. Porque los mayores hacemos lo mismo que ellos, vamos a conciertos y al cine, formamos parte de grupos de música o de baile, escribimos relatos o poemas, hacemos fotografías o pintamos. No veo mucha diferencia. Dices que los jóvenes no acuden al teatro de los grupos amateurs o a recitales de poesía; ¿acaso lo hacemos los mayores? Por lo visto y vivido, y voy a hablar de Madrid para no herir sensibilidades, presentaciones de libros de grandes escritores en importantes librerías se suelen llenar con familia y amigos del escritor en cuestión; raramente se ve a algún lector que no esté en uno de esos dos grupos. Los grupos de teatro amateur suelen invitar a los Centros de Mayores para que la sala obtenga una entrada medio decente. Lo mismo pasa con los recitales de poesía, que cada vez más se hacen en calles concurridas para ver si se consigue que los transeúntes se paren, técnicas que ya han utilizado los mimos o algunos intérpretes de instrumentos musicales.
Poca diferencia generacional hay, muy poca. Se acude masivamente a unos tipos de eventos y se abandonan otros, y los pocos que tienen inquietudes artísticas, sean de la edad que sean, las practican.
Voy a lo que para mí es la clave de todo, la educación. Ellos y nosotros sufrimos un sistema educativo completamente erróneo. Hay una etapa, infantil y primaria, en la que nos encontramos con maestros libres, que nos permiten leer libros que nos interesan, como los de la colección El Barco de Vapor o similares; nos permiten pintar, dibujar, hacer redacciones, desarrollar el arte que cada uno llevamos dentro. Luego llega la Secundaria que lo estropea todo. Los profesores dejan de ser libres para estar atados a un programa que les atenaza, pasándonos seis años, en los que forjamos la personalidad, preparándonos para pasar un examen, esa temida Selectividad que marcará nuestro futuro.
Dejamos de leer nuestros libros para leer a Góngora o El Poema de Mío Cid; el dibujo artístico se convierte en lineal, no vaya a ser que nos dé por ser arquitectos y no sepamos hacer el contorno de un octógono; y estudiamos doscientas mil tonterías de las que si ahora, con nuestra edad, conseguimos recordar un uno por ciento podemos darnos por satisfechos. 
Las leyes educativas, todas, hablan de la necesidad de relación con el entorno, pero esa parte de la ley se ignora porque no cae en selectividad. Hablas al final de quimera, de un sueño bonito. Yo sueño con una selectividad en las que las preguntas cambien y en lugar de preguntar por El Quijote nos pregunten por qué autor hay en tu comarca y qué libro has leído de él; o en lugar de por Colón nos pregunten por cuándo se fundó tu pueblo y cuál ha sido su evolución; o nos pidan dibujar la clase en la que estamos; o tantas y tantas cosas… O una quimera aún mejor, eliminar la Selectividad, y que en las universidades haya un curso 0 en la que se prepare a los alumnos para entrar en las distintas facultades. Mientras la Secundaria no vaya encaminada a hacernos ciudadanos libres y cultos y sólo se encamine a pasar un examen, una selectividad que es la misma en Madrid o en Murcia y, lo que es más grave, es la misma la que pasé yo que la que han pasado mis hijas, mal vamos. 
Sí hay algo que los profesores pueden hacer, aunque sea poco. Están las horas de tutoría; unos las dedican a formar en Ciudadanía; otros las dedican a que los chavales hagan deberes. ¿Qué tal si las dedican a llamar cada día a una asociación de teatro, o musical, o de senderismo, o de poetas del entorno para que les cuenten qué hacen? 
Termino con una pregunta ¿cuántos profesores de instituto, no amigos, han ido a las presentaciones de tu libro #MalditaGuerra? Y otra pregunta más ¿los jóvenes no amarían más la literatura si en lugar de a Góngora los chavales pudieran leer tu libro, que es un tema que les toca mucho más de cerca; o si vieran la exposición de Ester López “By a woman” antes que a grandes pintores de reyes y vírgenes en El Prado?
Alberto LangaAlberche de las Artes

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