Revista Economía

Alegrias y decepciones

Publicado el 02 agosto 2014 por Torrens

Parece que definitivamente la recuperación está aquí para quedarse, aunque persisten los tres nubarrones a los que muchos economistas se refieren hace tiempo: la lentitud, y en consecuencia vulnerabilidad de la recuperación; las cifras desorbitadas en que las medidas estúpidas de la U.E. han situado la Deuda Pública de casi todos los países de la Unión; y en el caso de España una tasa de paro todavía inaceptable, y por mucho.

Pero es indudable que las noticias son para alegrarse aunque solo sea porque a los muchos que lo están pasando mal parece que les queda menos espera para que la recuperación les alcance, todo y que en la calle todavía no se note.

Lo que no voy a soportar sin cabrearme mucho va a ser que el Sr. Rajoy y el PP quieran ponerse de nuevo las medallas de la recuperación gracias a ellos y a pesar de todos los demás, a que condicionen el éxito de su gestión y por lo tanto la recuperación a que todos hagamos lo que ellos dicen, y a que pongan su gestión y a la economía española como ejemplo de lo que debían haber hecho todos los países del mundo y parte del extranjero, cosa que sin duda va a ocurrir como más tarde en cuanto se acerquen las próximas elecciones a lo que sea. España entró en crisis cuando esta alcanzó a Europa, y sale de la crisis cuando Europa la deja atrás, y esto ocurrió y está ocurriendo con absoluta irrelevancia de quien estaba y quien está ahora sentado en la Presidencia del Gobierno, hecho indudable que gana en contundencia si se tiene en cuenta que unos y otros han gestionado el país en crisis de manera absolutamente desastrosa, como lo prueba por un lado la tasa del 26% a que ha llegado el paro, cifra descomunal incluso si se la rebaja en algunos puntos para compensar la importancia del empleo no declarado en España, y el hecho de que un país como Irlanda, que fue rescatado por la U.E., es decir, partió de una situación mucho peor que la nuestra, pero que  gestionó adecuadamente la crisis incluso negándose frente a la Catastroika a practicar subidas salvajes de impuestos y determinados recortes, se ha recuperado antes y de manera más clara que España en lo que se refiere a crecimiento del PIB, y su tasa de paro que en 2010 al caer en el rescate era del 15%, hoy está en el 11,5%, ¡quien la pillara!. Irlanda si es un ejemplo de buena gestión pública, mientras España lo es de recuperación a pesar de una pésima gestión, que ni tan solo ha iniciado ni por encima la reforma de nuestra más que desastrosa Administración Pública, que habría evitado buena parte de los recortes.

Esta semana, a pesar de las alegrías que proporciona la economía, me he llevado una gran decepción que ha aumentado considerablemente mi preocupación por el futuro inmediato.

No me refiero por supuesto a la reunión Rajoy-Mas, de la que ya esperaba menos que nada y de la que al menos nos podemos alegrar de que hayan decidido seguir hablando. Por cierto, el Sr. Rajoy tuvo que soltar sus típicos comentarios esperpénticos, aprovechando la ocasión primero para repetir una vez más que el debate independentista puede perjudicar la recuperación, cuando el gran motor de la recuperación, gracias a la inversión y las exportaciones es precisamente Catalunya a pesar de la asfixia financiera y cuando el cenit de la movida independentista cumple dos años gracias a la inoperancia del propio Sr. Rajoy; y también repitiendo su falacia preferida de que la consulta es ilegal. La consulta sería perfectamente legal, como lo es en el Reino Unido, si la autorizase primero el gobierno y después el Parlamente, y como el PP domina y controla de manera absoluta ambas instituciones, la consulta no se hará legalmente porque al PP no le da la real gana. Esta es la realidad, lo de la ilegalidad es la excusa detrás de la que se esconden.

La decepción me la he llevado al leer el artículo que Antonio Garrigues Walker publicó en La Vanguardia el miércoles 31, bajo el título “Gracias Señor Rajoy; Gracias Sr. Mas”, que adjunto.

El Sr. Garrigues es uno de los personajes que admiro entre los más o menos públicos de este país, desde que en los años 70 fui a una conferencia que dio, creo recordar en el Auditorio de ESADE, y me sorprendieron la claridad y racionalidad de sus ideas, pero con este artículo se me ha caído del pedestal.

Estoy totalmente de acuerdo en su insistencia sobre lo importante que es el dialogo, que Rajoy y Mas dialoguen y que gracias al dialogo se llegue a una solución pactada, incluso le doy la razón cuando dice que después de que a Pujol se le haya caído el velo que ocultaba sus vergüenzas, a ERC no le va a quedar más remedio que cambiar de táctica, dar la cara y dejar de ir a rueda para aprovechar el rebufo de los demás, pero me ha decepcionado y sorprendido que, por lo que parece por su forma de expresarse, adopte exactamente la misma postura totalmente desenfocada que el gobierno y el “establishment” madrileño usan para definir el problema del independentismo catalán, es decir: el catalán es un pueblo engañado por las mentiras de sus políticos, e incluso se ha apuntado a la absurda teoría del extraordinario milagro económico español, solucionando la crisis como nadie (afortunadamente).

El nacionalismo catalán es pernicioso, irracional y persistente, y sin embargo para el Sr. Garrigues el nacionalismo que en mi opinión, y por las mismas razones,  es el peor de toda España y el que más daño le ha hecho al país: el nacionalismo centralista español, ni tan solo existe.

A los catalanes se les ha de informar de manera honesta y realista sobre las consecuencias y riesgos del enfrentamiento total. Es decir alimenta y alienta la versión madrileña de que a los tontitos catalanes los han engañado un grupo de políticos, y que se trata de un pueblo que no sabe dónde va porque está mal dirigido, todo y que son casi un 80% los que están exigiendo un gran cambio y que buena parte de estos no piden necesariamente la independencia. Para el Sr. Garrigues todo el problema lo causan los políticos que se han inventado las mentiras en que se basa el independentismo. El hecho de que el nacionalismo central español haya sido incapaz de ni tan solo intentar solucionar un problema, en su mayor parte creado por ellos mismos, usando solo una pequeña porción de las maneras inteligentes, racionales y democráticas de los británicos parece ser irrelevante.

Pero todo y usar el mismo lente desenfocadísimo que el PP y compañía, demuestra que mi admiración tenía base, porque no cae en el simplismo y la falacia de descalificar la consulta por ilegal, legalidad sobre la que evita pronunciarse, sino que dice que no es viable y está contaminada, y vaya usted a saber lo que eso significa y cuál es el factor contaminante.

También, y aunque sea de forma muy solapada, reconoce que se trata de un problema estructural de muy grave importancia, no de Catalunya, sino de toda España, cuando al principio del artículo afirma que cualquier solución sería solo valida por un periodo incierto de tiempo, porque invariablemente este es un problema que siempre regresa, lo que de alguna manera le da la razón al independentismo cuya propuesta de solución si sería definitiva, aunque quizás solo hasta la siguiente invasión y otro 11 de Septiembre.

Mi preocupación de cara al futuro inmediato se basa en que si incluso Antonio Garrigues Walker enfoca el problema catalán basándose en una realidad inexistente, y habla de alcarchofas cuando son sandías, la solución pactada y negociada va a ser muy difícil, y también, que si hasta Antonio Garrigues Walker se ha tragado las mentiras, tergiversaciones y algunas de las falacias del PP, las tragaderas de la misma porquería por parte del resto de españoles deben ser inmensas. En Irlanda, el país que si puede tomarse como ejemplo de recuperación, se celebrarán elecciones en 2016 (se celebran cada 5 años), y en las encuestas el Fine Gael (partido nacionalista de centro-derecha) y los Laboristas que ahora gobiernan en coalición ven su posición amenazada por el Fianna Fail, el partido más antiguo y tradicional de Irlanda, que obtuvo catastróficos resultados en 2011 porque eran los que estaban en el gobierno cuando el país fue rescatado. En los países donde la ciudadanía piensa, incluso a los gobiernos que lo han hecho bien se les exige más todavía. En cambio en las encuestas en España no hay quien le tosa al PP. Realmente parece ser cierto que los ciudadanos de todos los países tenemos el gobierno que nos merecemos, y como muestra dos botones de Rajoy recién soltados en otro de sus esperpénticos discursos, primero que el bipartidismo es el modelo de los países desarrollados y segundo que la Justicia española funciona y está tratando a todos los ciudadanos por igual, y a pesar que tenemos un Presidente que nos llama burros de atar casi cada vez que abre la boca, aparentemente muchos se lo creen porque seguro que en las próximas encuestas el partido con mayor intención de voto seguirá siendo el PP. El problema no son ellos, somos nosotros.

LVGGARRIGUESW


ALEGRIAS Y DECEPCIONES.


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