Revista Política

Algo huele a podrido en la Villa Juguetera

Publicado el 14 abril 2010 por Basseta
Algo huele a podrido en la Villa JugueteraEn el "Hamlet" de Shakespeare, un guardián de palacio le decía a Hamlet que Dinamarca estaba podrida ("something is rotten in the state of Denmark"), intuyendo que las cosas no iban bien ni en el país ni en el palacio que él mismo custodiaba fielmente. Marcelo, que así se llamaba el guardián se refería a un enemigo difuso: la corrupción, la tergiversación y la mentira.
En este magnífico drama, el príncipe de Dinamarca inicia una particular regeneración de la honradez contra la infamia. Claudio, nuevo Rey tras asesinar al padre de Hamlet, le insta a pasar página y aprovechar las ventajas de formar parte de un nuevo proyecto. Pero Hamlet, triste y pensativo, se obsesiona en averiguar la verdad de lo ocurrido.
Dinamarca podría ser España, incluso Ibi. Allí como aquí, los sectores más inconformistas y exigentes de un sistema democrático no pueden conformarse con cualquier explicación. Hamlet (igual que yo y que otros), dudaba y ansiaba conocer la verdad, mientras su viuda madre se aprestaba a casarse con el magnicida: "Economía, Horacio, economía. Aún no se habían enfriado los manjares cocidos para el convite de duelo, cuando se sirvieron en las mesas de la boda".
Entonces como ahora, una cosa era la versión oficial y otra la real. Oficialmente se decía que el Rey danés había muerto por culpa de una mordedura de serpiente, pero Hamlet no tragaba. Hay una gran diferencia entre el casual accidente y la conspiración para el asesinato. Igual que Hamlet tuvo la suerte de que una Sombra le relatase la verdad, en Ibi tenemos algunas buenas personas que están dispuestas a desenmascarar a los corruptos.
Algo huele a podrido en la Villa Juguetera¿Jugamos a poner nombres ibenses al príncipe Hamlet, al chambelán Polonio, al usurpador Claudio, a la infiel Clotilde o a los oportunistas Rosencrantz y Guildenstern?
¿Podemos situar el castillo de Elsinor?
Hamlet se sirvió de un grupo de cómicos para tender su trampa, no sin antes advertirles: "Cuidad de que los que hacen de graciosos no añadan nada a lo que está escrito en su papel".
¡Que empiece la función! 
Aprender de Hamlet y ... ¡estar muy atentos a las caras que ponen los espectadores que se sientan en la primera fila!
¿Quién es capaz de adivinar que tienen en común estos dos documentos que reproduzco hoy recortados?

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