Revista Cine

Algunas chicas están mejor servidas en frío

Por Javier Parra González @xavipargon
PINUP DOLLS ON ICE (Geoff Klein & Melissa Mira, 2013)


Algunas chicas están mejor servidas en frío

He hablado varias veces del neoslasher, término que acabo de decidir acuñar para venir a referirme a los productos del siglo XXI del subgénero. Hasta hoy, y pareciendo que había caído en el ostracismo, los últimos coletazos del slasher venían disfrazados de remake (Viernes 13, Hermandad de sangre...), de homenaje de cara al público más nostálgico (la trilogía Hatchet) o de una especie de revisión de las reglas que, visto desde el prisma de la actualidad, no sé si llegó a cuajar del todo (Tú eres el siguiente, película que reivindiqué en su día como el el Scream de una nueva generación y que se quedó en ejemplo aislado de buen cine de género). Un sinfín de psicópatas llegaban dispuestos a pasar a formar parte del selecto club de iconos del género, pero se fueron perdiendo por el camino, pudiendo asegurar que sólo Victor Crowley y el brutal Marcus Miller aka Orphan Killer (The Orphan Killer, Matt Farnsworth, 2011) han llegado a convertirse en lo más cercano a figuras icónicas. Y para posicionarse junto a ellos llega, arrasando con todo, Moe.

Premiada en el pasado Nocturna (Madrid International Fantastic Film Festival) como Mejor Película Nocturna Madness, categoría en la que competía, el film dirigido por los geniales y simpáticos Geoff Klein y Melissa Mira, logra convertirse en todo un slasher sin pretensiones y directo al grano desde una primera escena en la que, tras un baño nocturno, una joven desnuda huye de un tipo que surge de la nada y que, siendo de todo menos sigiloso, acaba con ella en un santiamén. El tipo en cuestión es Moe, antiguo dueño de una gasolinera de la ruta 39 que quedó en estado de abandono a quien, con más de una decena de muertes a sus espaldas, ya vimos hacer de las suyas en Bikini Girls on Ice (Geoff Klein, 2009), correcta serie B en formato slasher que ha visto solventadas sus carencias gracias a esta gloriosa secuela. Si en la primera entrega eran un grupo de chicas en bikini de camino a un Car Wash las que morían en manos de Moe, esta vez le toca el turno a un grupo de voluptuosas féminas que forman una compañía que se dedica a hacer performances ataviadas de pin-ups.

Con financiación proveniente de los bolsillos de los propios directores e ideada como un lavado de cara y de mejora de las imperfecciones del film anterior, esta nueva entrega de On Ice es todo un regalo para cualquier aficionado al género que se precie. Una sublimación de las formas y el contenido que no juega a despistar al espectador, sino que da aquello que promete: 85 minutos de diversión, sustos y adrenalina. Con momentos gloriosos (la primera aparición de Moe), descacharrantes (el personaje de Clay, el freak pervertido, se merece una precuela propia) y brutales (cualquiera de las muertes); y con un plantel de actrices desconocidas con elevada capacidad pulmonar, la guinda del pastel viene en forma de una realización y montaje perfectos, que acompañados de una óptima fotografía, hacen que el ritmo no decaiga en ningún momento, algo que se agradece entre todas esas producciones que llegan a estrenarse (y todas las que, por desgracia, no llegan a hacerlo) en salas comerciales.

El galardón obtenido en Nocturna es tan sólo un aporte más a la gratificante carrera que le auguro a un film hecho por dos amantes del género (Melissa y Geoff son fundadores de BGOI Films, productora de cine de terror independiente con sede en Montreal) para amantes del género, y eso es lo mejor que le puede pasar a un producto como éste. Ritmo frenético, muertes salvajes, chicas corriendo semidesnudas, chicas corriendo en tacones, chicas muriendo y chicas gritando. ¿Qué más se le puede pedir a un slasher? Un asesino con carisma, algo que el bruto de Moe desprende en cada secuencia.

Lo mejor: su ritmo y falta de pretensiones hacen que se convierta desde ya uno de slashers icónicos del siglo XXI, y reivindico a Moe como uno de esos nuevos psychokillers del cual esperemos volver a tener noticias pronto.

Lo peor: a la brutalidad de las muertes debería haber sido más explícita. A gusto personal, unos litros más de sangre nunca vienen mal.

TRAILER

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