- Alimentos fermentados, como el queso curado, los frutos secos (principalmente las nueces) y el pescado azul en conserva.
- Bebidas alcohólicas como la cerveza y sobre todo el vino tinto.
- Alimentos ricos en sal: alimentos deshidratados (tipo sopas de sobre), conservas de pescado, embutidos, legumbres enlatadas, pescados en salazón o ahumados, snacks.
- Alimentos procesados como refrescos, zumos, salsas, etc., ricos en aditivos (aspartamo, glutamato monosódico, nitritos, sulfitos) con importante capacidad inflamatoria.
- Las bebidas excitantes (café, té, chocolate), por contener sustancias que producen cambios rápidos en el sistema circulatorio.
- Ácidos grasos omega-3 y omega-6, que ayudarán a regular los procesos inflamatorios.
- Los alimentos ricos en vitamina C y vitamina B2, como los cítricos y los cereales, respectivamente.