¡Cómo se disfruta comiendo con las manos! El pollo frito es un manjar no apto para todos los días. Lo digo porque crea absoluta adicción. ¿No os encanta esa crujiente textura y ese sabor tan familiar?
A mi madre le pedíamos muy a menudo que nos hiciera pollo frito, pero para seis personas era una ardua tarea tener que freír tanta cantidad de pollo. Recuerdo que salpicaba de aceite una barbaridad y nos pedía que no entráramos a la cocina (ponía unos pliegos de papel de periódico en el suelo, claro, eran los años 70) y además aprovechábamos para "pillar" algún trocito recién frito.
Hoy nos hemos dado un homenaje, pero en lugar del pollo entero troceado, he escogido solamente las alitas con sus antebrazos. Con las patatas gajo se ha convertido en un auténtico festín!!
Para 4-6 personas:
- 14-16 alitas de pollo sin el pico y partidas en dos
- 3 dientes de ajo
- aceite de oliva virgen para freír
- sal
- perejil fresco
Se limpian las alitas quitándolas plumas y pasándolas brevemente por el grifo. Se secan escrupulosamente, pues si están húmedas el aceite salta una barbaridad.
Se llena una sartén de aceite, se calienta al máximo y se pone a dorar un diente de ajo (también se pueden hacer en freidora). Se sumergen las alitas y se baja el fuego. Se puede tapar la sartén para que no salte el aceite.
Se dejan unos minutos para que se frían bien y no se queden crudas por dentro. Se sacan a un plato con papel de cocina para que absorba bien la grasa sobrante. Se salpimentan.
Se sirven recién frititas para aprovechar el crujiente. Se acompañan de patatas en gajos o patatas fritas, pincha aquí para ver la receta.
Mis hijos me han nombrado la Reina del Pollo Frito!!
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