Revista Educación

All Star popular

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Dicen que mirar las estrellas es mirar al pasado. Que están todas tan lejos que lo que vemos es en realidad lo que eran hace mucho tiempo. Tanto, que algunas de ellas ya no existen. Allá, en su lugar de origen, han muerto. Aunque se empeñen en alargar su existencia en forma de memoria lumínica.

Uno, que es de natural impresionable, cuando oye este tipo de cosas no puede evitar levantar la vista al cielo. Así sean las nueve de la mañana. Inmediatamente me abrumo, que también es uno de agobiarse rápido, con medidas y escalas tan inabarcables, abandono y me encomiendo a santa Bynzelman, que es la que sabe de estas cosas.

Algo parecido me pasó el otro día con la nueva versión latina del himno del Partido Popular. Contemplar a Jorge Moragas, con esa solemnidad desvaída de fin de fiesta, un poco fuera de lugar, anunciar que tras una dura semifinal contra el reguetón había vencido el merengue, me apabulló. Ver su contoneo de hombros y su mueca de asombro cuando ningún periodista le seguía el compás me abrumó. Escuchar a Manuel Pacho, el compositor, defender el himno merengoso (o merenguero) como una música liberal, activa, que te hace tirar para adelante y que hará ganar por lo menos diez escaños al partido el 26J, me epató. El sonido midi me paralizó.

Estaba contemplando el pasado. Señores con corbatas, trajes, peinados y escenografía del siglo XXI defendiendo sin rubor aparatajes políticos trasnochados: aproximaciones burdas al electorado, frases mucho más grandes que su contenido, ritmos fuera de onda (un locutor de radio se lamentaba de la no apuesta por el electrolatino), la acción frente al pensamiento (Pacho defiende que el himno del PP es el mejor porque su célula básica es simple, corta). Me los imagino en una sala repleta de pantallas de plasma y Casiotones, de punta en blanco en pleno brainstorming apuntando “esto es moderno”, afirmando  “esto es marchoso”, adelantando “la peñuqui nos va a votar a tope”. Todo más propio de galaxias pretéritas.

Y no es que el PP ahorre en muestras de alergia al progreso. No es que eviten repetir hasta la saciedad aquello de “como Dios manda”, “se hace así porque así se ha hecho siempre”, o su apego a regímenes caducos. Lo hacen. Conservar por conservar. No sorprende. Me lo esperaba. Pero el merengue pepero ha sido mi supernova. La estrella que dejo de ver justo ahora, cuando su muerte ocurrió hace millones de años. Si miro al PP veo el pasado, pero lo veo fuerte, brillante y relleno de votos. No sé si es la explosión que precede a la oscuridad o simplemente mis deseos no son órdenes para la naturaleza política.

De todos modos, da igual. Ya se hace de noche. La hora en la que encienden las farolas y todo se tiñe de esa tonalidad anaranjada y homogénea que se traga los matices.

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Esto que estás leyendo ya no soy yo (Fuente: Wikipedia)


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