Revista Cultura y Ocio

Allah es grande, pero tú no

Por Orlando Tunnermann
“Allah es grande, pero tú no”
ALLAH ES GRANDE, PERO TÚ NO
Tu mente es la de un demente terrorista que navega a la deriva por un planeta vacío. Te han engendrado en la cultura del odio y la violencia en estado puro. Te han sembrado la mente con infundios y patrañas y tú, pobre ignorante, te las has creído, sin conjeturas ni cavilaciones ni reflexión alguna. Eres ciego y obtuso, analfabeta marioneta averiada que ni razona, ni siente ni piensa por sí misma. Sólo te quedan dos neuronas: una la utilizas para concebir artefactos letales, y la otra para embutirlos en torno a tu cuerpo como si fueses una extravagante salchicha explosiva. Estás dispuesto a dar tu vida por Allah y sigues los preceptos de los preceptores que te han entrenado para morir, mientras ellos se esconden en pútridas ratoneras, pues morir no entra en sus planes, para eso ya estás tú, que no piensas, que no razonas, que eres una patética marioneta en manos de unos engendros demoníacos tan cobardes y canallas como tú. 
¡Qué vida tan vacua, patética y prescindible la tuya! No mereces respirar el mismo aire que yo respiro. Eres tan ignaro (ignorante) que no conoces ni tu propia historia, ni cultura ni religión. Asesinas a los tuyos y a los míos y defecas sobre tu propio pueblo. Encima, para colmo, te escudas como una rata de cloaca en el regazo de tu Allah. Reivindicas tus matanzas con orgullo. No le importáis a nadie, ¿cómo es que aún no os habéis dado cuenta? Sois mercenarios de la muerte, escoria que hay que retirar de las calles. Si por mí fuera no os dedicaría ni un minuto de propaganda gratuita. El silencio absoluto sería mi castigo, entre otros, por supuesto. Una cosa es cierta, eso te lo admito: Allah es grande, pero tú no. Irás al Paraíso, eso te lo garantizo: Barrotes de oro, grilletes de pura filigrana, una comida diaria, para que no te mueras de hambre mientras feneces de saco y de frío en una celda privada del tamaño de una madriguera, que es a fin de cuentas donde se esconden las alimañas de tu calaña. Vas de víctima, ¡Ohhhh, pobrecito! El mundo es tu tablero de ajedrez, donde siembras terror y desconcierto: ¡Menudo mérito! Eres un cobarde y un canalla, sin corazón ni alma, y como la basura que eres serás exterminado y reciclado en unos vertederos sociales, donde quienes amamos la paz, o sea, la mayoría, apilamos la inmundicia. No hay perdón para los miserables, no hay justificación ni paliativo posible para tus aberraciones criminales. Se acabaron las palabras y las negociaciones. La justicia os pondrá en vuestro sitio, que como bien sabes es el infierno. Vas listo si te crees que vuestras peripatéticas estratagemas terroristas van a doblegarnos. ¡Pero qué poco sabes de la naturaleza humana, del poder de la solidaridad y la fuerza que nos da estar unidos contra vosotros! 
El terror se combate con coraje, y de eso vamos sobrados. ¡Abre los ojos, ignorante! ¿Cómo es posible que aún no te hayas dado cuenta de que cada golpe recibido nos hace más fuertes contra la intolerancia y el radicalismo? Abre los ojos, reacciona. No somos tus enemigos. A esos los tienes en casa. Son los que mueven los hilos de tu vida, los que te dicen que mueras en nombre de Allah, los que te cuentan embustes para que mueras mientras ellos se frotan las manos contemplando como obedecéis una legión de ignorantes que les importan un bledo, que sois meras piezas de recambio. Te están utilizando, les importas un carajo, y tú, de regalo, les ofreces tu vida. Abre los ojos, ignorante, te están manipulando y tú ni siquiera te das cuenta.

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