Revista Poesía

Álvaro beltrán

Por Acalvogalan
ÁLVARO BELTRÁN


Mencionado por:
Sergio García Espinosa

Menciona a:
Sergio García Espinosa
Eneko Vilches
Rafael Álvarez Aguilera
Francisco Rubio Molina
Laura Rosal
Juan Bello
Bio-bibliografía
Álvaro Beltrán nace en Paradas (Sevilla) en 1986. Desde pequeño demostró gran interés por la poesía, participando en actos locales y alzándose con algún que otro premio. Actualmente está terminando sus estudios en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla. Ha participado activamente en su pueblo natal con diversas publicaciones de diversa índole así como siendo pregonero de las fiestas. Ha obtenido, además, 2º y 1er premio en el certamen de “Declaraciones de amor” de Paradas y aparece con poemas y textos narrativos en la “Revista Buhaira” de Sevilla en dos ocasiones. Ha sido director y presentador de un programa semanal en Radio Intereconomía Sevilla, una de sus grandes pasiones.
Su vida poética es un desastre. A los intentos de poemarios en varias ocasiones siempre le surge la duda de que carecen de calidad artística y se centra, casi en exclusivo, en escribir bien para recopilarlos o bien para su blog.
http://elpatibulomasticable.blogspot.com/
Poemas
TIEMPO Y MOMENTO

Tendré que tropezar y esconder mi alma
en un fondo sin luz.
El tiempo dosificado en pastillas
temblará despiadado.
Te acordarás de cuanto no quisiste
y estallará esa furia
que carcome tus huesos.
Noches que son la envidia de los muertos
y el paraíso de los mal nacidos.
Es un sol que se ahoga
en las aguas de un himen recóndito.
¿Por qué se paran ante nosotros,
como imágenes inéditas,
las sombras de la concordia y la sed?
Somos la triste ausencia prolongada
que se escribe en poemas
donde mi garganta me dice:
- El tiempo ha fracasado.
QUÉDESE
Guárdame para la muchedumbre
-en la noche de los abrazos suicidas-
como lámina de acero. Si mi frío sentís,
tendré para vos un inmenso paraíso
con niños y ojeras, destierros de un alma
que estornuda la primera palabra
después un coito. He ahí tu sonrisa de gacela
y esa venganza de poseer sin pretérito,
anhelando con la fiebre del hombre-luna
unos brazos entumecidos por la sal.
Si acaso te pidiera, si caso te hiciera,
si acaso de dijera, habríamos de necesitar
un corral de epitafios en mitad del mar
y un sinfín de pequeñeces con zapatos nuevos,
y un burro con tres orejas,
y un espejo en la mesita,
y un tralalí y un tralalá,
y un mío, mío, mío.
Quisiera yo saber por dónde caben
estos dedos para no perder, ansí,
la voluntad del amor que no espesa
y la constancia irreverente de llamarlo
como a un imbécil: ángel mío,
moribundo de mis entrañas,
despropósito de mis vanguardias.
Quédese.
Que de ese me encargo yo.
PRIMER POEMA DE DESAMOR
A veces, solía escribir poemas
sentado en mi máquina de coser
-que era mi mesa de estudio-
mientras miraba por los visillos a viejas
que traían güisqui de contrabando.
Por entonces tenía el flequillo
de un niño bueno y una raya mal hecha
que se perdía entre las sombras.
A escondidas miraba enciclopedias
polvorientas para saciar mi sed
de sexo en imágenes ochenteras,
o quizá más antiguas aún,
con las que lograba llenarme de hiel
y resucitar a muertos para apresurarme
a garabatear corazones ridículos
en octosílabos cojos.
Tendría trece años;
y escribía mi primer poema
de desamor.

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