Revista Cultura y Ocio

América empieza en Oklahoma

Publicado el 04 abril 2016 por Javier Ruiz Fernández @jaruiz_

Cansado. Recomponiendo la mente; pieza a pieza. Con sentimientos encontrados. Extrañado de escuchar hablar en castellano a mi alrededor: sin acento latino, por supuesto. Con un jet lag generoso de esos que te dejan dormir unas horas y engañar al cuerpo. Y con ganas de un café como dios manda.

Ruta 66 (Erick, Oklahoma)

Por ahora, con todo lo que os puedo obsequiar es con una pequeña lista de imágenes que traigo conmigo. Como el hombre que se masturbaba frente al Caesar’s Palace en el Strip de Las Vegas a mediodía. O una cabina de avión perdida en el jardín de una casa cualquiera en el desierto de California. El ceda al paso que descubrimos en una carretera que cruzaba justo por el medio del Aeropuerto Internacional de Chicago mientras aterrizábamos. Las miles y miles de señales de WRONG WAY que avisaban a los conductores de Texas de que se trataba de una salida de la autopista y no de una incorporación (y el sudor frío que te recorría la espalda al imaginar cuántos hombres se habían lanzado al volante de su pick up en dirección contraria). Un pueblo lleno de burros; unos perros que parecían abandonados en territorio navajo, donde la policía del estado no tiene jurisdicción, y muchos cadáveres de animales muertos en el arcén de la 66.

Mucha flora y mucha fauna también. En eso nos pasan la mano por la cara, aunque no queramos aceptarlo. Y patos, y gansos, y ardillas, y ocas, y cientos de aves, y coyotes, y osos. Y leones marinos en San Francisco y en la Costa Oeste (que no formaba parte de la ruta, pero la recorrimos igual). Y verde, y parques enormes, y secuoyas, y cómo cambia el paisaje engañando al ojo mientras la carretera serpentea delante de ti. Y locos, y claroscuros de democracia y de libre mercado.

Harley Annabelle
Una de esas personas verdaderamente especiales que tuvimos la suerte de conocer en el camino. Ni Nueva York, ni Illinois, ni Missouri, ni Kansas: ¡América empieza en Oklahoma!

La imagen de un Spiderman en Times Square haciendo su buena acción del día mientras los turistos gritan: Thanks a lot, Spiderman! Coches aburridos y adormecidos que no siempre hacen justicia al recorrido. Recuerdos próximos de moteles que ya se mezclan entre sí tras un mes de viaje; husos horarios que amenazan con alargar las puestas de sol, y un arquetípico (y fantástico) redneck de Oklahoma gritándonos WELCOME TO THE REAL AMERICA! al pisar el pequeño pueblo de Erick antes de seguir en dirección a Texas.

Ya hablaremos de todo esto Por ahora, queda cerrada la aventura. Colgamos la mochila en el armario. Ponemos la ropa a lavar. Descansamos en nuestra cama, que no se siente tan nuestra ya, ni tan importante; saludamos y disfrutamos de lo esencial (los perros, los gatos, los amigos, la familia; nosotros) y dejamos pasar un par de días más, ¿os parece?


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