Revista Psicología

América latina en los medios de comunicación

Por Gonzalo

El primer referendo revocatorio celebrado en Bolivia parece haber terminado en un virtual empate entre el gobierno y la oposición, lo que coloca al país en un escenario de mayor incertidumbre sobre el futuro.

BBC, 11 de agosto de 2008, después de que el presidente Evo Morales consiguiera un apoyo del 67,4 por 100 de los votos en el referéndum revocatorio.

Con la desaparición de las dictaduras de infausto recuerdo en América Latina, y el periodo neoliberal y privatizador que dominó la década de los noventa, la región entró  en el siglo XXI protagonizando un giro hacia la izquierda sin parangón en el resto del mundo.

Tras las constantes victorias electorales de Hugo Chávez, llegaron Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua y Fernando Lago en Paraguay. Ese fenómeno de cambio político ha venido acompañado de otro fenómeno: la agresión informativa.

América Latina es la región en donde el panorama informativo diferencia de forma más clara entre gobernantes buenos y malos. Resulta además evidente cómo los gobiernos de derecha o de izquierda moderada, que respetan los criterios y planteamientos de las líneas dominantes del mercado internacional y no se enfrentan a multinacionales y grandes potencias, son los que gozan de más respeto en la cobertura informativa.

A medida que los gobiernos, y en especial sus líderes, en quienes se focaliza toda la información negativa, se muestran más irreverentes con el pensamiento económico neoliberal, la cobertura informativa se amplía y se vuelve más tenazmente hostil. Al mismo tiempo también se produce el fenómeno de que nuestros medios ignoran a los países latinoamericanos donde no existen intereses económicos y empresariales.

El modelo informativo sobre América Latina obedece al patrón más sencillo: cuanto más se alejan los gobiernos del neoliberalismo más se le somete a la crítica y tergiversación. Incluso se aplica el apagón con los gobiernos sumisos. Por eso, Bolivia es noticia cuando el presidente Evo Morales nacionaliza los recursos naturales y Méxio o Perú apenas tienen presencia por muchas crisis que sucedan en el país.

La ciudadanía, mediante la estrategia de silencio/portada, tiene una clara imagen de los presidentes Hugo Chávez o Fidel Castro aunque luego no tenga ni idea de información internacional. Sirva de ejemplo el  “Barómetro del Real Instituto Elcano” de 2007, una encuesta entre la población española para saber  su grado de conocimiento sobre la situación internacional:

Mientras el 45 por 100 de los encuestados no sabe no contesta a la pregunta de si el acuerdo de los gobiernos europeos sobre el Tratado de Lisboa se parece o no al Tratado Constitucional que se votó en referéndum en España, al pedirles opinión sobre Hugo Chávez o Fidel Castro, sólo el 5 y 6 por 100 respectivamente optaron por el no sabe no contesta.

Los medios desplazan así el legítimo derecho ciudadano a estar informado para dar prioridad a sus objetivos ideológicos. No les importó en sus prioridades informativas que se estuviese debatiendo y aprobando en la capital portuguesa un tratado constitucional para la Unión Europea, dedicaron más espacio, tiempo, informaciones, opiniones y editoriales al presidente de Venezuela. El objetivo era satanizar a este último y evitar el debate sobre lo primero.

La diferencia entre la agenda informativa de un día cualquiera según una televisión o según el sentido común puede ser abismal. Por ejemplo,  el día 11 de septiembre de 2008 pasaron muchas cosas en América Latina.

En Venezuela se detuvo a unos militares implicados en un complot para dar un golpe de Estado; en Bolivia asesinaron a ocho campesinos en una emboscada de paramilitares de la derecha (luego se sabría que los muertos fueron al menos veinte), Bolivia rompía relaciones diplomáticas con Estados Unidos a quien acusaba de estar detrás de los intentos de desestabilización del país y el gobierno brasileño afirmaba que no toleraría un golpe de Estado en Bolivia.

Al día siguiente, la única noticia del continente digna de un informativo de televisión comenzaba así: “Los insultos de Chávez de EE.UU. son habituales”, y recogía las palabras del presidente venezolano mandando al carajo a Estados Unidos. Lo demás del día no fue noticia para ellos.

El avance de gobiernos progresistas en América Latina ha supuesto la consolidación del calificativo populista para referirse a ellos. El objetivo es desprestigiarlos ante la opinión pública internacional mediante un concepto que no está claro qué significa pero que posee una aureola negativa.

El término populista -por cierto, vocablo no recogido por la Real Academia de la Lengua- se utiliza en los medios con la acepción del pensamiento neoliberal, que lo considera sinónimo de política irresponsable y falta de rigor.

Normalmente, según ese patrón informativo, el populismo está personificado por un líder carismático que sólo busca ganarse el apoyo popular sin contenidos ideológicos definidos recurriendo sólo a las emociones y pasiones más primitivas de los electores.

El profesor de la Universidad de Sao Paulo y presidente del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), Emir Sader, destaca lo curioso de diabolizar un concepto que tiene su origen en la palabra pueblo, lo cual ya habla suficientemente del odio al pueblo por parte de quienes utilizan de forma negativa el término populista.

El uso y abuso del término pretende desinformar sobre las políticas de los gobiernos acusados de populistas, para desautorizarlas directamente sin mayor análisis ni descripción. Algunos medios  incluso han llegado a publicar el mapa de la orientación política de la región mediante tres categorías:

izquierda, derecha y populista. Estos últimos son Venezuela, Bolivia y Ecuador, los de izquierda son Brasil, Chile (antes de Piñera), Argentina y Uruguay. De esta forma, la socialdemocracia se apropia de la exclusividad del término izquierda expulsando del espectro ideológico a los gobiernos díscolos que terminan con el sambenito de populismo.

Así que las audiencias, según se consideren de derechas o izquierdas, podrán alinearse con un gobierno de su signo, pero jamás ningún lector o espectador podrá sentirse identificado con el gobierno populista.

El escritor Tariq Ali  habla de una ofensiva mediática que divide a los gobiernos de izquierda latinoamericanos entre malos: Castro, Chávez y Morales; y buenos: Lula, Bachelet y García. Para los primeros se reserva el calificativo de populistas y para los segundos el de izquierd, que todavía genera apoyos.

Fuente: DESINFORMACIÓN Cómo los medios ocultan el mundo  (PASCUAL SERRANO)

 

0.000000 0.000000

Volver a la Portada de Logo Paperblog