Amores locos (Beda Docampo Feijóo, 2.009)
Calificación:
Crítica: 5,552 Público: 5,910 España: 4,693 Rugoleor: 5,587
Ficha:
Título Original: Amores locos
Director: Beda Docampo Feijóo
Guionistas: César Gómez Copello, Beda Docampo Feijóo
Intérpretes: Eduard Fernández, Irene Visedo, Marta Belaustegui, Marisa Paredes, Carlos Hipólito, Cuca Escribano, Eva Pallarés, Joxean Bengoetxea, Emma Caballero
Productores: Ángel Durandez, Harold Sánchez, Álvaro Zapata
Fotografía: Juan Miguel Azpiroz
Música: Juan Bardem
Montaje: Irene Blecua
Nacionalidad: España
Año: 2.009
Duración: 91 minutos
Edad: 7 años
Género: Drama, Romántica
Distribuidora: Pecado Films, S. L., Wanda Visión, S. A.
Estreno: 19-02-2.010
WEB Oficial: Web Oficial de la película en España
Espectadores: 65.476
Recaudación: 395.122,85 €
Calificación única: 5,796 (109.911 valoraciones)
Puesto / Total: 49 / 55
Sinopsis:
“Amores locos” es una historia de amor, extrema y poco frecuente. Julia, una joven cuidadora del Museo del Prado, está convencida de que ella aparece en una pintura flamenca que figura en la sala en que trabaja, junto a un hombre que dice es su amante. El día que se encuentra con Enrique, un prestigioso psiquiatra, no tarda en confesarle su convicción de que ambos son los personajes de una pintura del siglo XVII, y que se han amado con locura hace cuatro siglos. Enrique ve en ella a una joven enferma y, aprovechando que está ultimando una investigación sobre los delirios pasionales, decide convertirla en su paciente. La lucha entre la razón y los sentimientos comienza con él tratando de curarla, y ella intentándolo convencer de que ambos están destinados a estar juntos de una manera misteriosa e inexplicable. Uno de los dos conseguirá su propósito…
Comentario:
Tras rodar en Argentina “Quiéreme (2.007)”, el gallego Beda Docampo Feijóo se atreve con una historia romántica premiada con el Premio del Jurado Joven en el Festival de Málaga 2.009 sobre una mujer que vive en dos tiempos distintos. Ella es Julia, interpretada por la televisiva Irene Visedo (“Cuéntame como pasó”), convencida de que aparece en una pintura del Museo del Prado junto a su amante. Un día aparece un psiquiatra especialista en delirios pasionales (Eduard Fernández) y en él ve al otro personaje del cuadro.
Crítica:
24-02-2.010 – ANTÓN MERIKAETXEBARRIA
El hombre del cuadro
Sin ir más lejos, Peter Greenaway es un cineasta actual que ha logrado retratar con belleza y originalidad los secretos de un cuadro famoso. Ahí está “El contrato del dibujante” para demostrarlo. En cambio, con “Amores locos”, el director gallego Beda Docampo Feijóo (“Los amores de Kafka”) se queda entre dos aguas a la hora de plasmar la fascinación que ejerce sobre una empleada del Museo del Prado la figura de un enigmático psiquiatra, al que cree representado en una pintura de la escuela flamenca que cuelga en uno de los salones del mismo. A partir de ahí, la película retrata con cierta parsimonia los infortunios de un ‘amour fou’, sin que en ningún momento prenda en el ánimo del espectador.
Filmado con corrección y un entonado reparto, tanto el argumento como la propia escenografía exigen del espectador un esfuerzo imaginativo que guarde estrecha relación con la desplegada por los protagonistas del filme. Sin embargo, dicha conexión rara vez se produce, con lo cual esta historia de amor peca por defecto antes que por exceso, algo opuesto por completo a los hechos descritos. «¡La imaginación al poder!», gritaban eufóricos los exaltados jóvenes estudiantes del Mayo Francés.
Pues bien, la falta de una auténtica chispa creativa es lo que rebaja los méritos de un filme tan a contracorriente como “Amores locos”, realizado con tiralíneas pero sin verdadera emoción. El amor, ese misterioso sentimiento, capaz de mantenerse contra viento y marea, más allá del paso del tiempo y el cambio del contorno, es el ‘leitmotiv’ de la película. Porque, como asegura el refrán castizo, ‘Un cabello de quien se ama tira más que cuatro bueyes’. Ambicioso tema e irregular resultado final para semejante punto de partida, no tan romántico como parece, filmado de forma austera, que resulta al fin irremediablemente pesado en su cansino recital de encuentros y desencuentros, que provocará la nostalgia de los admiradores de “La mujer del cuadro”, de Fritz Lang.