Revista Cultura y Ocio

Amores y desamores

Por Sese
Amores y desamores
Una vez más desayunando he sido testigo involuntario de una conversación que no me pertocaba.
En este caso adivino que eran dos adolescentes (se sentaron tras de mí y no pude verificar esta sentencia) que hablaban de amores y desamores.
Una vez sentadas una de ellas le dijo a su compañera: te leeré lo que me escribió (reflexiono: "curioso, aún se escriben cartas de amor, calla, que no, que fue por whatsApp o mail"). Y esas líneas escondían la típica carta pidiendo perdón de un supuesto enamorado a su pareja tras haberle fallado en algo.
Que si tal que si cual, la despechada le contaba a su amiga lo malo-malísimo que era su ex y que no sabía que hacer si perdonarle o no. Que ya era la segunda vez  y que si tal y que si cual.
La amiga escuchaba y hablaba poco. Sabia decisión porque más que pedirle consejo la resabiada lo que realmente quería era desahogarse de su congoja y desencanto en asuntos del corazón.
Y me recordó tantas y tantas historias adolescentes que sufrí y que vi como otr@s sufrían.
Y es que los tiempos pasan las cosas evolucionan pero en asuntos del corazón estamos anclados en  los mismos problemas generación tras generación.
Es eso de que tropezamos siempre con la misma piedra y es a base de hostias, y de tiempo que maduramos y aprendemos de nuestros errores.
Y esa inquieta moza en el fondo no quería consejo, simplemente quería que alguien le dijera lo que realmente quería oír: que le diera otra oportunidad al mozo en cuestión; y buscaba y buscaba amigas (no en vano había comentado que ya había hablado de ello con más de una persona) hasta una de ellas le dijera que debía darle otra oportunidad al pérfido chico. Y así tener el respaldo moral que necesitaba para no sentirse culpable, o tan culpable la próxima vez que le volviera a pasar lo mismo. Y escuchado lo que escuché era sólo una cuestión de tiempo que ello sucediera de nuevo.
Lo dicho, que lo que antes eran cartas de amor ahora son fríos whatsApp adivino que llenos de abreviaturas y más fríos que las sentidas letras de antaño, primero incluso poemas, luego ya prosa más o menos trabajada. Pero los que no hemos cambiado somos las personas que seguimos siendo tan tontas/tan listas como siempre.
Y por muchos años.

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