Revista Cultura y Ocio

Ana

Publicado el 08 enero 2018 por Malama

AnaHay relaciones profesionales que al cabo del tiempo toman un tono gozosamente más intenso que el que en su día tuvieron. Pasados los años, uno desescombra en lo superfluo y se queda con lo esencial, como supongo que debe pasar —se me ocurre ahora— a los matrimonios con muchos hijos o a los editores con muchos libros, que se quedan, sobre todo, con los hijos y con los libros. Pienso en esto por lo tanto que me duele la muerte de una compañera como Ana Holgado Holgado (Sierra de Fuentes, 1953). Compartimos siete intensos años —y varios centenares de ediciones— en el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura. Supuestamente, yo era su «jefe»; pero ella era el eje en torno al que giraba todo el mecanismo de una editorial universitaria. Lo ha sido durante más de treinta años, como Jefa de la Unidad Técnica del Servicio de Publicaciones de la UEX, y ha compartido, casi desde talleres, el nacimiento de más de un millar de libros que modesta y dignamente ha venido publicando este sello institucional desde su creación en 1982. Hace pocos días, conocimos que estaba ingresada en la UCI, tras una intervención urgente por una septicemia grave; y esta mañana, en la Biblioteca Central de la UEX en Cáceres me dieron la noticia de que acababa de fallecer. Es difícil de creer que alguien se vaya así, de manera tan súbita y casi sin querer molestar a los más cercanos en unas fechas propicias para lo festivo. Hoy, el saludo más repetido, el lexicalizado «feliz año» de la vuelta al trabajo y el reencuentro con los compañeros, se ha hecho mueca de infelicidad, horma de la pena. Ana era constante, muy metódica, y tenía una cabeza hecha para estructurar todo aquello que carecía de estructura; por eso logró levantar la base de un «servicio» —de primer apellido, le decía yo, y «editorial» de segundo— que era suyo, y que me perdonen todos los directores académicos que han pasado por él. Gran aficionada al cine y a la lectura, mostraba muchísimo interés por cualquier asunto relacionado con la cultura que uno tuviese entre manos. Ella misma se ponía retos incluso para lo más doméstico. Su visita a París para ver a una sobrina la tuvo meses dedicada a reforzar sus nociones de francés, y recuerdo que durante mucho tiempo tuvo como página de inicio del navegador de su ordenador la portada de Le Monde, que fue su forma previa de inmersión. Este lunes de su muerte habría leído con interés la crónica de la de France Gall (1947-2018), un «icono de la Francia yeyé» la llama hoy el periódico en una página que me ha recordado a Ana. A ella se refería una de mis primeras anotaciones, de enero de 2004, antes de llegar al Servicio de Publicaciones: «Llamar a Ana Holgado», y con ella estamos Chelo, Inés, la becaria Anabel y yo en una fotografía que no he logrado localizar para ilustrar esta nota, que lleva otra cedida por la prima de Ana, Marisa Holgado. Mis apuntes de cuadernos antiguos —he dedicado buena parte de la tarde a recordar a Ana— me traen ahora una nota de un 16 de diciembre del año que España ganó el Mundial de Fútbol en la que yo me lamentaba de la falta de personal del Servicio de Publicaciones por que nuestra «comida de empresa» fuese solo de cinco: Chelo, Laura, Javier el becario, yo, y, claro, Ana. Su funeral será mañana día 9, en la Parroquia de Sierra de Fuentes a las 10:30 horas. Pena.

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