Revista Cultura y Ocio

Anatomía de la risa

Publicado el 15 enero 2012 por Diebelz

Decía Manuel Rivas que la literatura es un fármaco, un conjuro que a veces sirve para quitar el frío al alma; Almudena Grandes, escribía hoy en la revista dominical que escribir sirve para obligar a que las hadas madrinas existan; desde la antípodas de la civilización griega, llegan ecos que recuerdan que la música es el alimento del alma; y un payaso como Iván Prado recordaba que la risa es algo extraordinario, la magia del corazón, algo alquímico Todas estas postales surgían cuando meditaba mis pasos y me dejé caer de redondo en un banco, frente al mar. Bajé mis toldos, sentí la brisa, la caricia de los rayos de sol. Y olvidé el centrifugado, el goteo en el fregadero, los exámenes corregidos, las voces metálicas que me recuerdan que en sus respectivos lugares siguen latiendo con parsimonia. Olvidé los asaltos de agobio puntual, los almanaques, las citas futuras en salas de espera, los miedos, los duelos de los vuelos, los expedientes, las noticias que sangran en el telediario. Olvidé todo aquello, a excepción de mi álbum de risas y escenas fílmicas que grabamos dos personas anónimas. Y recordé que esos son los mejores momentos. Risas que surgen cuando se preguntan, repitiéndose como una gramola, cómo están. Risas de haber sido pillados por un testigo pasajero. Risas por las cosquillas levantadas en sonajeros. Risas que aparecen cuando alguien le huele el brazo intensamente a otra persona. Risas por las tonterías. Risas por olvidos, risas por picardías (in)confesables, risas al alimón, abrazados, por una anécdota y otra pregunta repetible. Risas grupales, nocturnas, transeúntes. Risas.  Hoy me ven aquí, subido al escenario. Con un bombín puesto, lustrando una nariz roja postiza, con calcetines de colorines. Te invito a tí, sí, a tí, a que mañana, pese a los semáforos en rojo, los relojes que borran mapas, las carreras que esquivamos, los olvidos que recuerdan, que asfaltemos nuestras calles con risas. Ponte también una nariz roja, cógeme de la mano y pintemos con cuentos, rifeos, sartenes, patines o mocasines, los cines que quedan por ocupar. Ríete. Y para que vayas preparándote, te dejo con las instrucciones básicas que nos deja Luis Quintana.





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