Revista Cocina

ANCAS DE RANA DE LA BAÑEZA [De príncipes croadores y ranas encantadoras]

Por Anamelm
CAL 166,9 · HC 6,0 · PR 21,3 · GR 8,0 [ANCAS DE RANA, POR RACIÓN*] CAL 261,8 · HC 27,8 · PR 18,1 · GR 10,2 [POR RACIÓN DE DOS TARTALETAS]

*Tomando como base 250 g de ancas de rana para dos personas, el doble que si las hacemos en tartaletas

Ancas de rana 1
Ancas de rana 3
Ancas de rana 5
Ancas de rana 6
Ancas de rana 7

Sólo espero no haberme comido un príncipe azul.

No es por nada personal, que a mí los príncipes azules, ni fu ni fa, la verdad. Y tampoco soy vegetariana. Es porque me da cosilla.

He comprado unas ancas de rana, y claro, estoy un poco preocupada. Que una nunca sabe donde puede haber un príncipe encantado [y esperando ser liberado] en mitad de un puñado de ranas.

Sí. Yo sé que últimamente el mundo se está desencantando a un ritmo muy aceptable, y cada vez son menos las brujas malvadas que convierten a príncipes idiotas en ranas, pero en la década de los 60 esta práctica era de lo más habitual, y si es verdad que cada vez hay menos príncipes encantados en las charcas, también hay cada vez menos princesas pánfilas que vayan por ahí cantando por los campos, cogiendo flores y besando batracios.

Y claro, con el superávitat de ranas que se creó en los años 60 unido al déficit de princesas, ponte tú ahora a jugarte el tipo con esto. Que había mucha bruja con mala baba, y no descarto que alguna fuera encantando por ahí toda la línea sucesoria de príncipes de medio pelo de alguna dinastía, y que todavía haya algún incauto croando por las charcas esperando un tierno beso de princesa.

Y claro, ahora vengo yo, y me hago unas ranas de la Bañeza, todas estupendas ellas, las ancas limpitas y relucientes, me las guiso despacito para darme mucho gusto con ellas, una copa de vinito y una buena hogaza de pan, y a mitad del guiso me encuentro un príncipe en medio de la cazuela mirándome desconcertado con cara de… príncipe, y diciendo “Yo no comprendo. Hazme la cena”.

Yo por eso tengo mis reparos.

A ver si os vais a creer que porque las ranas estén congeladas no va a haber príncipe. Los encantamientos funcionan un poco como quieren, y yo no me fío que las brujas son como los smartphones, una cosa que va como con magia y que sólo sabes que no responde a ninguna lógica.

Y además las brujas de antes tampoco se andaban con muchos miramientos y te encantaban al príncipe con lo que llevara en ese momento, así fuera el real paje, el real juego de arco con su saquito de flechas, o su real caballo.

Y si en mi cocina me aterriza un percherón, te aseguro que tenemos un problema. Bueno, tenemos más de un problema, pero el primero iba a ser de pura logística.

Luego está todo lo de después. Tú te llevas tus ancas de rana, que en ningún envase pone ese sello tan necesario y tan útil de libre de príncipes encantados, y te la juegas siempre. Te pones a guisarlas y con el calorcito y el gustete del guisote que te estás haciendo, el príncipe se te despierta o el encantamiento se caduca y te sale de la perola un tío lerdo vestido raro que te mira con ojos de vaca mientras decide cómo te pide matrimonio en mitad de la cocina.

Y mira, a mí me sale uno de esos y la verdad, me da un patatús.

O dos. Porque en casa no somos muy de príncipes, a decir verdad. Y si están encantados o son medio bobos, menos aún. Yo no soy nada servil, y en cuanto a servilismo además mi gata no acepta la competencia con buen talante. Yo soy de esas que se creen lo del reparto de responsabilidades y derechos, y lo mismo le pongo a limpiar con el mocho que me tumbo a ver la tele con un daiquiri mientras me hace la cena.

Tengo poquitos problemas con estas cosas. Y claro, explícale tú todo esto a un príncipe. Le tendría que contar que lo primero, es lo primero: recoger el pifostio de cocina que me ha puesto, sacar el caballo a… no sé… la plaza de garaje, mismamente, y hacerme algo rico para cenar.

Y claro, los príncipes, no saben cocinar. Sólo saben hacer cosas heroicas del tipo combatir dragones, ir a las cruzadas o rescatar princesas de malvados ogros. Vamos, ninguna cosa que sirva para básicamente… nada. Ya me contarás tú a mí cuando has visto un dragón en mi barrio, donde anuncian cruzadas, o de qué ogros me tienen que salvar a mí, que suelo ir bien apertrechada con mi cuchillo cebollero y tengo un medio golpe a mano por si las flies. Si viene el ogro, me lo meriendo y si es caso, ya invito al príncipe pánfilo al banquete.

Así que nada, que no. Que me da cosita.

Que una se empieza cocinando unas delicadas ancas de rana de La Bañeza sobre una crema suave de alubias para participar en el concurso una comida en El Bohío, de La cajita de Nieves y Elena y acaba en comisaría con un príncipe pijo dando explicaciones embarazosas a los señores agentes y pidiendo que por favor alguien se quede con el príncipe en cuestión que Yo me voy a hacer algo de cenar que voy teniendo un hambre… y no vea usted como tengo la cocina, señor agente, que estoy por pimplarme la botella de vino y dejar todo esto para cuando me despierte.

Ancas de rana 2
Ancas de rana 4
Ancas de rana 8

INGREDIENTES [4 TARTALETAS]   Masa quebrada [usaremos la mitad] Harina, 120 g Mantequilla, 55 g Agua muy fría, 25 g Sal   Crema de alubias con ajo negro Alubias plancheta, 100 g [peso en seco] [o bien otras alubias blancas o canela] Cebolla tierna, 75 g Puerro, 75 g Ajo negro, 2 dientes Sal   Ancas de rana de La Bañeza Ancas de rana, 250 g Cebolla, 100 g Tomates, 200 g Pimiento verde, 50 g Pimentón dulce, ¼ cucharadita Pimentón picante, ¼ cucharadita Ajo, 1 diente Perejil, un puñadito Aceite, una cucharada

Sal

MODUS OPERANDI

Haremos primero las tartaletas, para que la masa se hornee y esté lista antes de empezar a cocinar las ancas de rana. Después las alubias, que llevan más tiempo, y finalmente las ancas de rana.

Una sóla cosa antes de empezar: Las alubias tienen que estar puestas a remojo desde la noche anterior. Eso sí!

El orden que he seguido ha sido:

  1. Poner en remojo las alubias la noche anterior
  2. Preparar la masa quebrada, enfriarla [el día de pucheros, pero puedes dejarla la noche anterior hecha]
  3. Cocinar las alubias [poner la olla y dejarlas que se hagan]
  4. Preparar y meter al horno las tartaletas
  5. Triturar las alubias
  6. Sacar las tartaletas del horno
  7. Cocinar las ancas de rana al final de todo, tardan poco y es mejor hacerlas en el momento

Tartaletas de masa quebrada

En un robot de cocina batimos unos segundos la harina para soltarla [es como tamizarla, pero en rápido]. Añadimos la mantequilla fría en daditos, y le damos caña unos segundos, pero no muchos. Queremos una textura de arena fina. Añadimos finalmente la sal y el agua muy fría y lo mezlamos unos segundos hasta tener un aspecto de engrudo húmedo y bien mezclado.

Si no tenemos robot de cocina, pondremos la harina previamente tamizada en un bol grande, ponemos la mantequilla muy fría en dados [si lo vas a hacer a mano, te aconsejo que la congeles 15 minutos antes de empezar] y la sal, y lo mezclamos todo frotando con las manos hasta tener una textura de migas. Incorporamos el agua y mezclamos bien hasta tener una masa uniforme.

Masa quebrada PaP 1

Envolvemos la masa en papel film y metemos en la nevera como mínimo 30 minutos.

Una vez la masa esté fría, la estiramos con ayuda de un poco de harina, y cortamos las porciones para las tartaletas. Cubrimos bien los moldes de tartaleta con masa, y cortamos el sobrante pasando el rodillo por el borde. El sobrante lo puedes amasar y usarlo para otra cosa, o congelarlo.

Masa quebrada PaP 2

Metemos las tartaletas de vuelta a la nevera, otros 15 minutos, para que no entren al horno muy blandas. Una vez enfriadas, las pinchamos en la base con un tenedor, ponemos algo de peso encima [he usado unos garbanzos que tengo guardados solo para este uso] y las horneamos, en el horno previamente calentado, unos 12-15 minutos a 200 ºC.

Las dejamos enfriar 5 minutos en el molde, y ya desmoldadas y sin el peso, las ponemos sobre una rejilla hasta que estén frías del todo.

Masa quebrada PaP 3

La crema de alubias con ajo negro

El día anterior ponemos a remojo las alubias, y las dejamos toda la noche.

Ponemos las alubias en una olla exprés junto con la cebolla, el puerro y sal, las cubrimos de agua y las cocinamos el tiempo que indique nuestra olla. La mía necesita 22 minutos, pero no todas las ollas tienen la misma presión, mejor mira las instrucciones de la tuya.

Una vez cocinadas, retiramos el caldo y lo reservamos. Trituramos las alubias y toda la verdura, con el caldo que vayamos necesitando para tener una textura más bien fuerte que no empape las tartaletas y las rompa.

Yo he triturado el ajo al final, para que no tuviera un color tan oscuro y que quedaran pequeños tropezones en la crema, pero puedes hacerlo desde el principio si te gusta más.

Crema alubias PaP

Ancas de rana

Antes de empezar, preparamos la verdura que vamos a necesitar: cebolla y pimiento cortados menudos, tomate rallado.

En una sartén ponemos la cucharada de aceite, y cuando coja temperatura, añadimos la cebolla y la pochamos con una pizca de sal. Cuando esté empezando a dorarse, añadimos el tomate y lo cocinamos unos minutos.

Mientras se cocina el tomate, majamos en el mortero el ajo, un puñado de perejil y una pizca de sal.

Añadimos este majado a la sartén, lo removemos, y añadimos los dos tipos de pimentón, el agua, las ancas de rana y el pimiento verde.

Ancas de rana PaP 2

Ancas de rana PaP 3

Lo cocinamos hasta que las ancas estén hechas, unos 5 o 10 minutos. No hay que cocinarlas de más, son muy delicadas y lo interesante es que estén jugositas y no se queden secas.

Lo podríamos servir así, espesando previamente la salsa con maicena, que es como se toman habitualmente.

Retiramos las ancas del guiso y reservamos. En un robot de cocina ponemos todo el contenido del caldo y las verduras, y lo trituramos. Reducimos en la sartén durante unos minutos. Si es necesario, podemos espesarlo con un poco de maicena disuelta en agua fría.

Y para servirlo…

Rellenamos cada tartaleta con crema de alubias, colocamos unas ancas de rana encima, y las bañamos en la salsa ya reducida.


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