Revista Viajes

Angkor, la capital del Imperio Khmer

Por Oscar Oscar López Castedo @oscarcastedo

La última etapa de mi viaje por Camboya me llevó a Siem Reap, localidad de casi 100 mil habitantes y puerta de acceso a los templos de Angkor. Pese a que su principal actividad es el turismo, ya que sus habitantes han abandonado la agricultura y pesca, se mantiene un ambiente tranquilo y relajado acorde con la zona de templos situada a menos de 5km. Se puede llegar en autobús, avión o ferry (el lago Tonle Sap). En mi caso utilicé el autobús local desde Phnom Penh, lo cual fue toda una experiencia, como siempre que se utilizan los medios de transporte públicos en Asia.

Me alojé en la guesthouse Simon’s situada cerca del río y del viejo mercado de la ciudad, en la Wat Bo Road. Estupenda GH donde se pueden conocer a otros viajeros y compartir experiencias y destinos. Las habitaciones son pequeñas pero limpias y además con opción de baño dentro de la habitación. Fue allí donde alquilé una motocicleta (motodop) para llegar hasta los templos de Angkor y hacer el recorrido por todo el área.

Músicos a la entrada de Angkor

Músicos a la entrada de Angkor

Llegaba así el momento más esperado de este viaje, la visita a los templos de Angkor. Desde mi punto de vista una de las áreas más espirituales en las que he estado y que con la que sólo Bagan podría rivalizar en belleza. Los templos Incas, Mayas o egipcios son comparables aunque en absoluto alcanzan su esplendor. Son aproximadamente 100 templos y miles de estructuras construidas entre s. IX y XIII en honor a los diferentes reyes jemeres. Todo el recinto arqueológico supera la superficie de 200km2. En ellas se muestran las influencias que recibieron de los antiguos reinos de Funan y Chenla. Contrariamente a lo que sucedía con otros templos, éstos no eran para el culto del pueblo, que no podía acceder a su interior, y estaban dedicados para la vivienda de los reyes y sacerdotes. Además el entorno natural en el que se encuentran, con senderos entre frondosa vegetación, estanques y grandes árboles, ha tomado los templos en ocasiones con suavidad y en otras con la fuerza feroz de la naturaleza.

La historia nos cuenta que cuando el monarca Jayavarman II regresó a Kampuchea desde la isla de Java, fundó el reino Jemer independiente gobernado por él mismo. Instauró entonces la figura del “devaraja” o culto al rey-dios, santificado con los mismas cualidades de Shiva (una de las deidades de la triada hinduista). De esta forma empezó una construcción de multitud de templos para simbolizar el Monte Meru (centro del universo mitológico hindú y residencia de Shiva). Esto fue el nacimiento de Angkor, con construcciones que mantuvieron los siguiente monarcas. Entre las construcciones también estaban los “baray” o embalses que acumulaban agua para las explotaciones agrícolas.

Carretera Siam Reap

Camino de Siem Reap

Para la visita a los templos, existen pases de 1 día, 3 días y una semana, que pueden ser adquiridos en los “peajes” que hay en la carretera desde Siem Reap. Durante la noche no se permiten las visitas por seguridad, y hay vigilantes por los templos. La mejor forma de visitar la zona es por tu cuenta, alquilando una motocicleta y con un conductor, esto te permite realizar la visita evitando las aglomeraciones de los grandes tours organizados. Si además tienes la suerte de que el conductor es un buen guía, te contará la historia de los templos, te llevará por caminos menos conocidos y podrás planificar las visitas a los templos cuando la afluencia sea menor. Sin olvidar la comida, nada mejor que dejarse aconsejar por un local para degustar un buen plato.

Las mayores masificaciones se producen en el templo de Angkor Wat, sobre todo al amanecer, en la puesta de sol desde el templo Phnom Bakheng, en el templo Bayon y en la entrada principal, la sur de Angkor Thom a primera hora. Por eso, es recomendable planificar las visitas tratando de evitar estos puntos calientes.

En cuanto a la ruta de las visitas, entrando desde Siem Reap por el sur, y ajustando las horas en base a lo que comentaba más arriba, son imprescindibles; Angkor Wat, en el recinto de Angkor Thom los templos de Bayon, Baphoun, las Terrazas de los Elefantes y del Rey Leproso, yendo hacia el Baray Oriental y Rahal están los templos de Takeo, Ta Prohm, Banteay Kdei, Pre Rup y Banteay Samre.

Templo Angkor Wat

Templo Angkor Wat

La construcción del templo-montaña de Angkor Wat, para mi uno de los más majestuosos y exuberantes tanto técnica como estéticamente, se produjo bajo el mandato del rey Suryavarman II, que consiguió reunificar a los pretendientes al trono en una época de caos y conflictos con otros reinos del Sureste Asiático. Durante su reinado en el s. XII trajo un nuevo apogeo al Imperio Jemer que llegó a importantes victorias frente a potencias como vietnamitas, birmanos e incluso malayos. El templo además trasladó el culto de Shiva a Vishnú, al que se le otorgaría el liderazgo espiritual del reino. Es el mayor de todo el complejo, situado a unos 5km de Siem Reap. Está rodeado por un muro con forma rectangular y situado en medio de un foso artificial. Su orientación y su acceso, están alineados con el oeste, punto relacionado con Vishnú. El acceso se hace por una calzada de 500m de longitud con balaustradas decoradas. Lo reconoceréis porque su silueta está en la bandera nacional.

El último resurgimiento del Imperio tuvo lugar con Jayavarman VII, quien mantuvo el reino unido antes de su difuminación en el XV. Este monarca además instauró un nuevo culto a favor del budismo Mahayana, de forma que Vishnú y Shiva fueron desplazados. Este giro fue apoyado mayoritariamente por el pueblo.

La ciudad de Angkor Thom fue la última capital del Imperio, con una extensión de 10km2. Está a unos 2km al norte de Angkor Wat, y como una ciudad fortificada está protegida por murallas y rodeada por un foso. Aquí se encuentran el fabuloso templo de Bayon y las Terrazas del Elefante y el Rey Leproso. Fue además una época de construcción de otros templos como Ta Prohm, Ta Som, Banteay Kdei. Tiene cinco puertas de acceso realizadas en piedra caliza, situadas en cada uno de los puntos cardinales salvo en el este, donde está la Puerta de la Victoria.

Templo Bayon

Templo Bayon

El templo de Bayon es el principal de esta ciudad, situada en el centro a 1,5km del acceso sur, el más transitado. Aunque visto desde fuera es como una masa deforme  de piedras, una vez dentro es espectacular la armonía y simetría que sugiere.

La Terraza de los Elefantes, son 300m desde el acceso al Baphuon hasta la Terraza del Rey Leproso. Desde aquí el monarca asistía a los desfiles de la Plaza Real. Se llama así por la cantidad de elefantes que decoran la plaza, todos de maneras diferentes pero excepcionales.

La Terraza del Rey Leproso es pequeña pero destaca por los relieves tanto del muro exterior como del interior. Baphuon, situado a 200m al noroeste del Bayon, es de los pocos edificios de la antigua capital jemer, antes de Thom. Tiene forma piramidal como representación del Monte Meru.

Ta Prohm, es la capital de los árboles. Aquí descubriréis como la naturaleza se abre paso por donde quiere, con mayor o menor dificultad. Las formas creadas son grotescas y a la vez soberbias. Dada su infiltración en las piedras es imposible limpiar el templo sin destruirlo.

Banteai Kdei, es un monasterio budista y Ta Keo, es un templo inacabado hinduista. Construido únicamente con piedra caliza, con dos recintos interiores amurallados.

Templo Ta Prohm

Templo Ta Prohm

Fue a partir de la muerte de este monarca en el s. XII cuando el reino empezó su desmoronamiento. A partir de ahí, las agresiones y saqueos de otros reinos aledaños, terminaron por mover la capital hacia Phnom Penh y el abandono de Angkor a la selva durante cientos de años. En los alrededores de Angkor hay más monumentos que merecen la pena ser visitados, como el Banteay Srei, Kbal Spean, Beng Mealea.

Después de varios días recorriendo los templos llegó el momento de volver a la capital. De esta forma mi viaje por el antiguo Imperio Jemer tocaba a su fin, un tránsito por uno de los reinos más poderosos tanto espiritual y culturalmente como militarmente.

Este fue un viaje donde aprendí lo crueles que podemos ser los seres “humanos”, pero también cómo se pueden superar los momentos de oscuridad para avanzar y llevar al progreso a un pueblo. No debemos olvidar nunca los genocidios ni el fanatismo que lleva a grupos sin alma ni remordimientos al exterminio de sus iguales, esta es una amenaza que siempre está presente, y que sólo si no olvidamos y hacemos que los culpables sean juzgados, podremos prevenir en el futuro.

El Sureste Asiático nunca dejará de maravillarme…hasta la próxima.


 


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