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AnHELLici

Publicado el 12 mayo 2014 por D10
Con esta novelita de la renovación del contrato de Riquelme, van quedando pocas dudas respecto de algunas cuestiones que hasta hace no mucho tiempo eran discutibles. Ya nadie duda que el hincha de Boca elige a Riquelme por encima de todo, sabe que mientras el diez pudiera sostener un nivel regular durante, al menos, diez fechas, seguirá siendo un bien para el club. Así lo demuestra el hecho de que desde el partido contra River donde Riquelme recuperara el nivel habitual de selección, el funcionamiento de todo el equipo mejoró notablemente, como en la parte inicial de la campaña 2011. La mejoría no sólo se debe a que el 10 se recuperó, también a que los nuevos jugadores desde el último recambio empiezan a acoplarse. El caso de Insúa es el más evidente y por mucho que me pesara hay que admitir que cada día se extraña menos al fenomenal Clemente. Pero también Grana, Forlín (el cata Díaz no está en discusión), Colazo. Especialmente teniendo en cuenta que los únicos refuerzos de Boca han sido juveniles que ya formaban parte del plantel, como el caso de Luciano Acosta, los demás son recambio.
Lo que pasa desapercibido entre tanta ebullición de sentimientos es que el manejo de Angelicci ha sido impecable. Le toca lidiar con focos de conflicto muy difíciles de sobrellevar para cualquier dirigente. Quisiera sacarse de encima al único jugador que es capaz de influenciar en las decisiones, o quisiera tener en otro futbolista menos pensante las mismas cualidades futbolísticas del diez. Sin embargo, imposibilitado de ambas cosas tuvo que dar el brazo a torcer y aceptar la llegada de otro apellido fuerte como el de Bianchi. Y aún así, habiendo escuchado el clamor popular, no despilfarró favores para ninguno de los dos, peleó y sigue peleando contratos y renovaciones, espantó como a moscas a Clemente, Viatri, Mouche, Araujo, Roncaglia, Cvitanich, Blandi, amigos de Riquelme, aunque significara desmantelar un equipo completo, y encaró con buena estrategia las salidas de Ervitti y de Falcioni. Claro, no pudo lograr el objetivo principal de destruir modelos existentes para reemplazarlos por nuevos y a control remoto, por el contrario, alimentó al monstruo popular, como ya lo hiciera Macri en otras épocas más aplacadas por los buenos resultados futbolísticos. Claro, para muchos hoy día Angelicci es un enviado del infierno que quiere matar aD10S, y si le renovara contrato al final de la novela, dirán que lo hizo por miedo a la reacción de la gente. Es decir, Angelicci ya perdió.
En lo futbolístico, Boca ha conseguido terminar un campeonato con muchas más expectativas que las que tenía cuando arrancó. Hasta River el juego de Boca fue de malo a horrible, pero desde el superclásico encontró un funcionamiento que sin ser muy florido permite visualizar la proximidad del resultado. El recambio inicial de la era de Bianchi no se sustentó nunca, por el contrario, se repitió al torneo siguiente: Burdiso, Ribair, Méndez, Cángele, sumados a las salidas de Somoza, Silva, Clemente, Caruzzo, Acosta, Fernández, y cuántos más, hicieron que lo que podría haber sido un equipo con refuerzos fuese el desmantelamiento total, parecido al que sufriera con Paleta, Morel, Insúa (el lindo), y otros en la era de Basile, y al de Falcioni con Sosa, Albín, Roncaglia, Cvitanich, Mouche, Cellay, etc. Es decir, hace tiempo que Boca no encuentra estabilidad en el equipo. Sumado a que en estos últimos campeonatos Walter Ervitti ha sido la gran pérdida de Boca, quién otro podría equilibrar la mitad de la cancha como el pequeño multicampeón.
Ahora puede decirse que jugó contra equipos de menor importancia, pero ningún otro los había superado con la claridad de un Boca convertido de pronto en equipo goleador, diez goles en tres partidos, acaso el más goleador de los últimos cuántos años, y con Bianchi y Riquelme. Como para no ilusionarse. La clave del éxito estará en sostener el actual plantel, y reforzarlo, aunque el presidente tuviese que torcer el otro brazo por el bien de Boca. Este equipo, con un Ervitti, un Rojas (de River), un Macalister Silva o un Bernardi, y un buen arquero, puede darle una gran alegría a los hinchas. Habrá que apurarse a tener paciencia, esperar que Messi y Tevez nos trajeran la copa, y arrancar un nuevo camino donde recoger las ilusiones sembradas para gusto de todos.
*Eso sí, si dejan ir al burrito Martínez, hay que matarlos a todos. 

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