Revista Economía

Aplicaciones de los cuentos infantiles

Publicado el 03 agosto 2015 por Emarblanc

Aplicaciones de los cuentos infantiles ilustrados


Los cuentos infantiles han servido desde siempre para contar a los niños determinados hechos o conceptos que de otra manera hubiera sido muy difícil contárselos. Gracias a esta técnica los niños pueden aprender hechos morales o históricos, conductas, etc. Como ejemplo, les relatamos este cuento extraído de esta web.

Tesoros en el mar

En la actualidad, multitud de barcos duermen en las profundidades del mar. Empotrados en el fango, cubiertos de algas marinas y barnizados con el moho de los años, cada una de dichas naves se nos antoja un auténtico tesoro. En efecto, carabelas rumbo a España desde el Nuevo Mundo cargadas de lingotes de oro, galeones que cruzaron el mar con incalculables riquezas y galeras repletas de botín se fueron al fondo, arrastrando tras sí su preciosísimo cargamento. No es nada raro, pues, que una de las aventuras que el hombre no ha abandonado todavía sea la recuperación de los tesoros sumergidos en los abismos de los mares. Y puede afirmarse, por tanto, que una lucha tenaz se ha desencadenado entre el hombre y los océanos; una lucha sin cuartel.

Por otra parte, teniendo en cuenta que si enormes son las riquezas que yacen sepultadas en la inmensidad de las aguas, asimismo son también innumerables los galeones, buques y naves de todo tipo que reposan en el fondo del mar. Supongo que no os extrañará que una estadística reciente arroje la cifra de veinticinco mil barcos hundidos en los últimos cien años. Así, en casi cada uno de los puntos de los grandes mares hay una tumba donde reposa un coloso de las aguas.

La misma bahía de Vigo fue, en 1702, escenario de una lucha encarnizada entre la flota británico-holandesa y veintisiete galeones procedentes de las Indias. Estos galeones fueron hundidos por orden del almirante Velasco, llevándose consigo al fóndo riquezas inimaginable de oro y pedrería.

Treinta y cinco navíos portugueses sucumbieron ante el enemigo en 1572, hundiéndose con más de siete millones de doblo-nes en barras de oro. En más de ocho mil millones de los antiguos marcos alemanes es el precio en que se calcula el valor del trono indio que, tallado en oro macizo y ornamentado de valiosa pedrería, se fue a pique en el Grovesnor. Ni qué decir tiene que los que hemos citado no son más que una pequeña muestra, a la que tendríamos que añadir el celebérrimo Titanic, que en su noche trágica por aguas del Atlántico llevaba a bordo valiosas joyas de la aristocracia multimillonaria. Y a éste, el Hampshire, el Andrea Doria y tantos otros que es imposible enumerar. Y claro está, a la vista de tan grandes tesoros, es lógico que el hombre se afane y luche por penetrar en tan recónditos lugares.

Ahora bien, el mar se resiste a dar sus riquezas, y en sus profundidades mata a muchos de los que, llevados por la ambición o la aventura, se adentran en ellas. Los llamados «demonios de las profundidades» no admiten de buen grado el turismo y cobran con vidas humanas la violación de sus dominios.

Sin embargo, el hombre insiste. Centenares de veces se ha intentado el rescate de los galeones de Vigo. Una compañía de buzos pereció, en esta bahía, en su lucha por arrancar sus tesoros al mar. En la recuperación del tesoro del Hampshire, una corriente de fango removió el casco del navío, y dio muerte a los más famosos buzos del mundo.
Como vemos, los cuentos infantiles sirven para contar a los niños multitud de hechos, que de otra manera no sería posible contarles.
En este otro cuento clásico infantil vemos como se alerta de los peligros del mundo, de una manera divertida:


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