Revista Cultura y Ocio

¿Apoyó la izquierda el voto femenino?

Publicado el 09 marzo 2015 por El Sol De Madrid Rubén Olmeda @elsoldemadrid

Estamos en el Congreso de los Diputados, año 1931,  sesión del 1 de octubre y se está votando sobre el sufragio femenino (el voto de la mujer). Dos mujeres, famosas en la época y ejemplos de feminismo en la política, se enfrentan por convencer a los diputados y lograr así que la Ley se apruebe o que las mujeres sigan sin poder votar.

En esta España de la II República, las mujeres podían ser elegidas diputadas, pero no podían votar (ni votarse, claro).

En un bando, por parte del Partido Radical (centro derecha) está Clara Campoamor Rodríguez, según cuentan los diarios de la época era una señora “políticamente incorrecta” (¿de qué me suena eso? jeje). Y en otro bando, Victoria Kent, como diputada del Partido Radical Socialista, fiel reflejo del político manso y bien mandado. También por la izquierda estaba Margarita Nelken, diputada del PSOE (luego del PCE).

Victoria Kent comienza diciendo:

…En este momento vamos a dar o negar el voto a más de la mitad de los individuos españoles y es preciso que las personas que sienten el fervor republicano, el fervor democrático y liberal republicano, nos levantemos aquí para decir: es necesario aplazar el voto femenino. Y es necesario, Sres Diputados, aplazar el voto femenino, porque yo necesitaría ver, para variar de criterio, a las madres en las calles pidiendo escuelas para sus hijos; yo necesitaría haber visto en la calle a las madres prohibiendo a sus hijos que fueran a Marruecos; yo necesitaría ver a las mujeres españolas unidas todas pidiendo lo que es indispensable para la salud y la cultura de sus hijos…

Victoria Kent defiende que la mujer debe quedar fuera de la vida colectiva y no debe votar. Temía, como la mayoría de los socialistas, que la mujer no votaría a los candidatos de su ideología.

Margarita Nelken también apoyó esa tesis:

…poner un voto en manos de la mujer es hoy, en España, realizar uno de los mayores anhelos del elemento reaccionario

Consideraba, como muchos socialistas, que el voto de la mujer estaría dirigido por los curas y por los maridos y eso era malo para la República.

Clara Campoamor respondió: 

…lejos yo de censurar ni de atacar las manifestaciones de mi colega, Srta. Kent; comprendo , por el contrario, la tortura de su espíritu al haberse visto hoy en trance al negar la capacidad inicial de la mujer…

…tenéis el derecho que os ha dado la ley, la ley que hicisteis vosotros, pero no tenéis el derecho natural fundamental, que se basa en el respeto a todo ser humano, y lo que hacéis es detentar un poder; dejad que la mujer se manifieste y veréis como ese poder no podéis seguir detentándolo…

...Otra cosa, además, al varón que ha de votar. No olvidéis que no sois hijos de varón tan sólo, sino que se reúne en vosotros el producto de los dos sexos. En ausencia mía y leyendo el diario de sesiones, pude ver en él que un doctor hablaba aquí de que no había ecuación posible y, con espíritu heredado de Moebius y Aristóteles, declaraba la incapacidad de la mujer…

…Cada uno habla en virtud de una experiencia y yo os hablo en nombre de la mía propia. Yo soy diputado por la provincia de Madrid; la he recorrido, no sólo en cumplimiento de mi deber, sino por cariño, y muchas veces, siempre, he visto que a los actos públicos acudía una concurrencia femenina muy superior a la masculina, y he visto en los ojos de esas mujeres la esperanza de redención, he visto el deseo de ayudar a la República, he visto la pasión y la emoción que ponen en sus ideales. La mujer española espera hoy de la República la redención suya y la redención del hijo. No cometáis un error histórico que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar; que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar al dejar al margen de la República a la mujer, que representa una fuerza nueva, una fuerza joven; que ha sido simpatía y apoyo para los hombres que estaban en las cárceles; que ha sufrido en muchos casos como vosotros mismos, y que está anhelante, aplicándose a sí misma la frase de Humboldt de que la única manera de madurarse para el ejercicio de la libertad y de hacerla accesible a todos es caminar dentro de ella…

Si observamos el diario de sesiones del Congreso ese día, veremos a varios diputados (de izquierda la mayoría) soltando burradas sobre la mujer: que no sabían leer, que eran incultas, que su naturaleza les hace histéricas, que no tienen criterio propio, etc.

¡¡Imaginad a Clara Campoamor escuchando eso y manteniendo la calma!!

Finalmente y después de un jaleo importante, el artículo 34 del Proyecto de Constitución queda aprobado:

Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de 23 años, tendrán los mismos derechos electorales conforme determinen las leyes.

161 votos a favor, 121 en contra: se aprobaba el Sufragio Universal en España con los votos del Partido Socialista, con señaladas excepciones, como la de Indalecio Prieto; la derecha y pequeños núcleos republicanos. Votaron en contra el propio grupo de Campoamor (menos 5 diputados), los radicales socialistas y Acción Republicana.

¿Se podría decir que el sufragio lo consiguió la derecha o la izquierda? Creo sinceramente que no, que posiblemente lo impulsó la izquierda pero vio que la mujer era lo suficientemente inteligente para ver que la República no era todo lo bonita que pintaban y podrían estar dando votos a mujeres que les pondrían de patitas en la calle, por lo tanto recularon y gran parte de la izquierda atacó el sufragio femenino como si fuera un ataque a la libertad. Tomaban como prueba de esa teoría el hecho de que días antes, un grupo de mujeres católicas acababa de entrega un millón y medio de firmas al presidente de las Cortes, pidiendo que “se respetaran los derechos de la Iglesia” en la Constitución.

Las elecciones de 1933, las primeras con el voto femenino dieron como resultado una victoria de la derecha en España. Como en tantos casos ocurre, al igual que a Sir Winston Churchill después de ganar la II Guerra Mundial, Clara no consiguió renovar su acta de diputado.

Para finalizar cito a Wenceslao Fernández Flórez, cronista parlamentario de ABC, quien señaló que «para orgullo de la superioridad masculina estamos seguros de que ellas nunca podrán superar nuestros absurdos».

 


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