Revista Educación

Aquel gabinete…

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Aquel gabinete…

Conocí a Carlos, Ana, Fany y Félix cuando comencé a cubrir el municipio de La Laguna para el periódico El Día, allá por octubre de 2007. Ellos conformaban el Gabinete de Prensa del equipo de gobierno del Consistorio local. Cada uno de ellos representaba un perfil. Ana era y es un volcán, cariñosa y tremendamente inteligente, lectora compulsiva y culta como pocas. Carlos era y es la paciencia infinita, el apagafuegos permanente, un santo con alma de roquero. Félix era y es la organización personificada, una cabeza privilegiada y bien amueblada, la definición de la discreción. Y Fany era y es mi Fany, una brutalidad de mujer, ingeniosa y divertida como ninguna, con esa magia en la mirada…

Todo esto se podía intuir desde fuera, pero solo se podía comprobar desde dentro. De entre las muchas suertes que he tenido en mi vida, una, y de las más importantes, ha sido el haber trabajado con este grupo de personas, con este grupo de amigos.

Aquel gabinete…

Y eso que la empresa era arriesgada. Se trataba nada más y nada menos que de juntar en un mismo espacio de trabajo a los jefes de prensa de CC y del PSOE, naves a cuyos mandos se encontraban en aquellos momentos Fernando Clavijo y Javier Abreu, ahí es nada.

El papel de un jefe de prensa es desagradecido. Pocas veces, o ninguna, te llevas los parabienes y muchas veces, o todas, te acaban cayendo las culpas. A esto se añade la presión que supone trabajar con políticos, que tienen una forma de entender la vida cuando menos particular.

Pero en los cuatro años y pico que duró esa etapa, hubo cero problemas. Y cuando digo cero, es cero. Si en cualquier trabajo es difícil crear un buen ambiente laboral, imagínense en ese entorno tantas veces beligerante. Doy fe de que lo conseguimos, de que entre todos pusimos nuestro granito de arena para que ese gabinete fuera un búnker, para que las presiones que nos llegaban desde arriba no afectaran a nuestra relación personal.

Cómo lo conseguimos es una duda que a veces me asalta. Creo que principalmente se debió a que éramos, ante todo, buenas personas y a un imprescindible feeling personal. Profesionales del periodismo que sin dejar de atender sus obligaciones entendieron que en la vida han de prevalecer ciertos principios antes que ciertos intereses. Y eso molestaba, despertaba envidias, creaba incomprensión en mucha gente. Gente que entiende la vida como un conmigo o contra mí. Porque así es el mundo de la política, un mundo en el que la calidad de un ser humano viene dada por las siglas que representa.

Aquel gabinete…

Entre todos creamos un microclima de cordialidad que, creo, se percibía desde fuera; no solo con los compañeros de la prensa, sino también entre el resto del personal del ayuntamiento. Fuimos a un mismo tiempo confidentes, cómplices, compañeros de penurias y compañeros de alegrías, lo pasamos bien y lo pasamos mal, pero ante todo nos hicimos amigos.

De ese gabinete ya no queda nadie. Se fue Ana; se fue Félix; me fui yo; se fue Fany; y por último se ha ido Carlos. Cada uno se fue por motivos diferentes y todos por el mismo motivo. Yo se por qué se fueron y ellos saben por qué me fui yo. No lo voy a contar aquí, eso siempre quedará bajo secreto de gabinete. Estas letras, escritas aprisa y corriendo, solo son para darles las gracias por aquella etapa, por ser como son, bellos por dentro y bellos por fuera.

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