Revista Arquitectura

Aquí no hay quien viva

Por Paisajetransversal @paistransversal
A continuación podéis leer un interesante artículo que nos ha remitido Jorge Hernández, vecino del edificio de la EMV proyectado por Germán del Sol en el Ensanche de Vallecas (calle Almonte 17-27) y miembro de la plataforma nosonandamios, en el que denuncia la desastrosa situación del mencionado inmueble. Sirvan estos párrafos como complemento al texto de Ramón López de Lucio ¿QUÉ SUCEDE CON LA ARQUITECTURA? que publicamos en el blog recientemente .
Aquí quien vivaVista actual del edifcio de la calle Almonte 17-27 en el Ensanche de Vallecas (Madrid)
AQUÍ NO HAY QUIEN VIVA
por T.C y Jorge Hernández
Parece el título de una serie de televisión pero en esta ocasión no nos referimos a la ficción sino a la realidad que están soportando los vecinos de la Calle Almonte 17-27 en el Ensanche de Vallecas en Madrid (España).
Recientemente los medios de comunicación (televisión, prensa, internet…) se han hecho eco de la precaria situación que amenaza a esta vecindad desde el 2007, año en que la EMV (Empresa Municipal de la Vivienda) les adjudicó un edificio de Viviendas de Protección Oficial, construido por UICESA y diseñado por los arquitectos Germán del Sol, Francisco Medina y Antonio Pericó.
AQUÍ NO HAY QUIEN VIVAImagen del diseño del proyectado..
El diseño original ideado por Germán del Sol y sus compañeros se inspiraba en el ecologismo y la sostenibilidad y para ello se propuso la inclusión de una gran estructura metálica que abrazaría al edificio y sobre la cual se plantarían enredaderas que liberarían aire fresco en verano y protegerían de los rigores del clima en invierno. Pero lo que los vecinos encontraron cuando les entregaron las llaves allá por el 2007 y lo que los medios de comunicación han mostrado a los ciudadanos no tiene nada que ver con un edificio “verde” sino más bien con la imagen de un bloque de viviendas en eterna construcción o en permanente estado de rehabilitación.
En efecto, la visión del edificio sorprende a todo el que lo ve por primera vez: las viviendas están rodeadas de numerosos y gigantescos tubos galvanizados por los que no trepa ni una sola planta, lo que le da un aspecto desangelado, triste y antiestético.
Sin embargo, esto no es lo peor ya que el edificio “verde” es una jaula que tiene a sus propietarios muy preocupados porque, si bien no hay plantas trepadoras, sí que ha habido “trepadores”, ladrones que se han encaramado con facilidad a los tubos colándose por las cocinas para robar en las casas, situación que, lógicamente, tiene a los vecinos en un estado de continua alarma.
Intentos de robo, allanamientos y daños en las casas, los trasteros y el garaje son sólo algunos ejemplos que ilustran una lista negra de despropósitos que penden sobre este colectivo y que amenazan con destruir sus hogares.
No es una exageración.
AQUÍ NO HAY QUIEN VIVA...y la realidad construida
Al tema de los robos y la increíble facilidad para perpetrarlos, gracias a los tubos que funcionan como excelentes escaleras para los cacos, hay que añadir el tema de los gravísimos accidentes a los que están expuestos los vecinos, o cualquiera que pase por el perímetro del inmueble, ya que esos tubos gigantes no están bien anclados a la fachada y, en cualquier momento, pueden provocar una desgracia. Sólo la suerte ha querido que algunos tubos hayan caído al vacío sin pillar, milagrosamente, a nadie en su trayectoria.
Es obvio que, si alguien se hubiera encontrado en ese lugar y en ese momento, las consecuencias habrían tenido dimensiones trágicas habida cuenta de la altura de los tubos y su peso.
El peligro sigue ahí y los vecinos pronto empezaron a reunirse para debatir la necesidad de solucionar los acuciantes problemas de seguridad que el edificio entrañaba para ellos y el resto de los viandantes. Los bomberos que acudieron a inspeccionar los daños corroboraron que se trataba de una estructura muy peligrosa pues los anclajes no estaban bien colocados y, en el caso de que se cubrieran con un manto vegetal, el viento podría provocar el “efecto vela” e ir agrietando el inmueble.
Razones de más para retirar esa estructura metálica pero en este punto los vecinos se han topado contra otro escollo: la EMV se niega a que se quite dicho elemento aunque los vecinos estén dispuestos a pagar los 16.000 euros que supondría dicha medida. La EMV es propietaria de cuatro pisos del edificio y, por lo tanto, tiene derecho a voto ( y a veto) lo que ha impedido que los vecinos se puedan deshacer de esta peligrosa maraña de tubos.
Aquí quien vivaDetalle de los tubosAsí están las cosas actualmente: los tubos golpean continuamente la fachada, se deforman y se van cayendo. Las abejas y las avispas han empezado a anidar dentro de los tubos (que, recordemos, están pegados a las ventanas con el consiguiente peligro para sus moradores).
No hay posibilidad de plantar planta alguna pues no se puede regar ya que las jardineras filtran el agua a los trasteros y, aunque se pudiera plantar, está el peligro del “efecto vela” arriba citado. La amenaza de robos y accidentes sigue pendiendo como espada de Damocles sobre los propietarios cuya paciencia se está oxidando como los tubos…
Desde que entraron a vivir en sus casas los vecinos no han dejado de reclamar los desperfectos a la EMV, ya sea de forma individual o colectiva, remitiendo faxes y burofaxes que no obtienen respuesta satisfactoria mientras el desembolso de dinero es continuo en forma de gastos de cerramiento de terrazas con ventanales para impedir los robos, gastos de peritaje para valorar los daños y gastos en un futuro cercano ante la posibilidad de interponer una demanda que ponga fin a estos males.
Una vez expuesta la situación actual convendría detenerse un poco en una serie de aspectos que permitan valorar el asunto y arrojar luz a fin de llegar a una solución favorable para todos.


AQUÍ NO HAY QUIEN VIVA
Ha quedado patente que los vecinos están muy descontentos con el edificio. No les gusta el resultado final del proyecto originalmente “verde” y sostenible por las razones de seguridad antes citadas por no añadir, además, el aspecto lamentable que presenta. Sería injusto cargar las tintas contra el arquitecto Germán del Sol y sus colaboradores pues su diseño estaba bien planteado en inicio, con detalles minuciosos que iban desde la instalación de un sistema de riego por goteo hasta un estudio de las plantas adecuadas para cubrir el edificio. Nada de esto se llevó a cabo y no sería impensable que D. Germán del Sol estuviera tan disgustado como los vecinos. Al fin y al cabo, es su proyecto, su “hijo” y su concepción no ha dado a luz como él había proyectado.
D. Germán del Sol Guzmán, arquitecto de origen chileno, ganador del Premio Nacional de Arquitectura de Chile 2006, ha visto como su proyecto se ha desvirtuado en cuanto se ha llevado a ejecución. Aquí es necesario, lógicamente, citar a los intervinientes en el asunto: la EMV como promotora del edificio y UICESA como la constructora, señalando que, actualmente, UICESA se encuentra en concurso de acreedores.
Desafortunadamente en la actividad constructora es frecuente que los plazos para entregar unas viviendas, los costes y razones de otra índole acaben desembocando en una carrera contrarreloj para entregar los pisos, con un abaratamiento de los materiales y una ejecución en muchos casos imperfecta, circunstancias que terminan perjudicando seriamente a los futuros propietarios.
Sin entrar a considerar que toda reducción en los gastos que implique riesgos en la estabilidad y cimientos de un edificio no debería llevarse nunca a cabo, hay que señalar que, en el caso de los propietarios de Viviendas de Protección Oficial la situación es mucho más delicada ya que, a diferencia de un comprador de vivienda del libre mercado que sabe de antemano qué tipo de casa va a adquirir, el propietario de una Vivienda de Protección Oficial no es un comprador que “elige” previamente sino un adjudicatario que desconoce en un principio el tipo de vivienda que le será asignada, circunstancia que le deja en una situación especialmente vulnerable.
Por otro lado hay que recordar que un requisito indispensable para una vivienda es que reúna condiciones de habitabilidad y, en el caso de los pisos de la Calle Almonte 17-27, es cuestionable que dichas condiciones de habitabilidad existan habida cuenta de los peligros acaecidos y citados anteriormente. Sería deseable escuchar en esta cuestión a la constructora UICESA para que respondiera sobre los desperfectos que sufre el inmueble desde el principio así como a la EMV quien, como promotora, tiene una responsabilidad sobre el resultado final.
Dichas entidades deberían reflexionar sobre la situación de desprotección e indefensión en la que han colocado a estos vecinos quienes, recordemos, no han recibido gratis estas viviendas sino que están pagando una importante cantidad aunque sea a un precio inferior al de mercado (lo que no justifica que en su construcción haya más posibilidades para la existencia de negligencias y fallos). Sin embargo, lo más importante es que deberían tener en cuenta las eventuales responsabilidades legales que tendrían lugar en el fatídico y probable ( a la vista de las circunstancias) caso de que los tubos cayeran sobre una persona llegándole a producir serias lesiones o, incluso, la muerte. Responsabilidades legales que recaerían sobre la comunidad de vecinos lo que resultaría harto injusto habida cuenta de que, desde el principio, quisieron retirar la estructura metálica conscientes del grave riesgo que conlleva su permanencia.
AQUÍ NO HAY QUIEN VIVAVista actual del edifcio de la calle Almonte 17-27 en el Ensanche de Vallecas (Madrid)
Podríamos finalizar diciendo que “errar es humano” y que el problema no es tanto equivocarse como perseverar en el error. Cerrar los ojos a la realidad o mirar en otra dirección ya sea por falta de tiempo, de previsión, por cuestiones económicas, políticas o cualesquiera otras no lleva a ninguna parte.
Sería deseable que la EMV, a la vista de los informes detallados, la preocupación de los vecinos y la repercusión que este asunto está teniendo en la sociedad, valorara bajo una nueva luz la situación de este colectivo y tomara las medidas pertinentes y urgentes para solucionar el problema. Al fin y al cabo, la EMV viene realizando desde hace años una labor primordial y beneficiosa, proporcionando a los ciudadanos con rentas bajas viviendas de protección oficial con el objetivo de velar por el bienestar social y sería una pena que un trabajo tan fructífero y reconocido positivamente se viera empañado por un asunto como el del inmueble de la Calle Almonte 17-27.
Razones de responsabilidad, compromiso, e incluso de imagen (no olvidemos que estamos en año electoral) probablemente pesarán sobre la EMV a la hora de tomar una decisión que acabe con los problemas de estos vecinos del Ensanche de Vallecas. Problemas que no deberían haber existido desde un principio pero que aún se pueden subsanar sin tener que llegar a litigios desagradables para todos con inevitables costes económicos y emocionales.
“Errar es humano, rectificar es de sabios”. Es hora de tomar sabias decisiones

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