Revista Viajes

Árbol murciélago

Por Javieragra

Había superado el Collado de Marichiva, camino del nacimiento del río Moros aquella mañana luminosa que aún bostezaba la neblina de la noche, los pájaros estaban surcando vuelos entre los pinos y los piornos en busca del desayuno, el sendero era testigo de la energía de mis pisadas.

El recodo en el que aparecen las dos crestas de la Mujer Muerta estaba cercano, era el punto más alto del sendero, en mi corazón sonaba el concierto número dos para piano y orquesta de Tchaikovski, sosegada y juguetona música en ascenso, luz y viento, el piano sobresalía unas veces en diálogo con la orquesta, otras veces desde el misterio de su soledad; la música se mezclaba con el revoloteo de las aves, con las escondidas carreras de las lagartijas…

Grupos de gnomos, elfos y hadas bailaban entre los rayos primeros del sol de esta mañana… Me vieron llegar y salieron a mi encuentro en este paisaje de ensueño y eternidad. 

Gnomos, elfos y hadas pueblan los bosques y los sueños.

ÁRBOL MURCIÉLAGO

-  

  -   -Buenos días, viajero. ¿Hacia dónde vas?

-   - Pretendo descansar en las proximidades del nacimiento del río Moros.

-   - Buen lugar para estar unas horas. Me dijeron.

-   -Y aún para quedarme una eternidad, añadí embelesado por la fragancia y la paz de este lugar.

-   -Si quieres, nosotros podemos hacer realidad tu sueño. Podrás quedarte aquí durante muchos años, antes de pasar definitivamente a la eternidad.

-   - No tengo nada mejor que hacer. Contesté entusiasmado.

ÁRBOL MURCIÉLAGO

El árbol murciélago.

Los seres mágicos entonces me rodearon en un baile de hipnótico sosiego. Quedé transformado en este ÁRBOL MURCIÉLAGO que aquí contempláis. Añadieron que me daban la capacidad de movimiento durante las noches de luna llena y sus proximidades. Yo aprovechaba estas noches para recoger y amontonar alguna rama de leña seca, por si algún viajero llegaba hasta este lugar y quería encender fuego para calentar sus manos y descansar.

Allí vivía entre el entusiasmo, el sosiego y la PAZ. Pasaron los años… entonces clareo el día y me desperté sobre la mullida cama donde duermo en la habitación…

Tendré que volver al nacimiento del río Moros para intentar contactar con los gnomos, elfos y hadas del lugar.

Javier Agra.

 

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