El pasado Domingo fui por fin a ver la exposición de La Casa Encendida On&On.
He de decir que no suele atraerme lo que llamaríamos arte contemporaneo (por clasificarlo de alguna manera). No es que no sea de mi gusto, es que no lo entiendo. Hace un mes visitando el Centro Pompidou, nos acercamos a la planta de exposiciones temporales y alli no había quien entendiese nada. Mezclar subrealismo con casqueria y un poco de color y tendreis algo similar a lo que alli se exponia.
Quizás por partir de ese supuesto desinterés o falta de credibilidad, encontré la exposición de lo más sugerente. Me encantó.
"La exposición reúne a 14 artistas de distintas generaciones y nacionalidades, la mayoría de los cuales ofrecen obras concebidas específicamente para La Casa Encendida, todas las cuales exploran lo efímero en el arte. Además, también se podrán ver vídeos y performances."
Desde luego no exagera en absoluto Flora Fairbairn, comisaria de la exposición, con lo de "específicamente", de hecho yo añadiría que "Específicamente para ese lugar y ese momento". Porque sí, todas las obras tienen la caducidad de la exposición, pero algunas de ellas no solo nacen y mueren allí, si no que crecen y evolucionan.
Las obras juegan con los sentidos del visitante, no solo aludiendo a una imagen visual. El oído, olfato e incluso el gusto tienen un papel importante.
No es lo mismo visitar la exposición cuando fue abierta y encontrar las fresas de Claire Morgan frescas, rojas, llenando la instalacion, que cuando se pudren. Entonces descubren la importancia de la pieza del pajaro disecado, que en un primer momento era lo menos llamativo de la obra.
Gregorio Zanon, compositor, se presencia allí para que, mientras toca el piano, el publico puede alterar la composición, convirtiéndose él mismo en un instrumento a través de 12 "acciones" o tubos, que le dirigen.
La Impresionante sala donde CÇleste Boursier-Mougenot juega con la música: coloca una serie de micrófonos, guitarras eléctricas y platillos, conectados a unos enormes amplificadores y entonces llena la sala de pequeños pajaritos que "no quieren estar en el suelo" y se dedican a posarse sobre los instrumentos.
Steiner and Lenzlinger nos presentan una sala de reuniones, con todos los elementos que nos sugieren una conferencia, una imagen contemporánea del día a día, donde crecen literalmente unos cristales rojas que se van apoderando de una escena común en nuestras vidas.
El piano de Chiharu Shiota, donde como ella dice, la gente espera a que el concierto comience, pero el concierto solo suena a través del dibujo de las cuerdas que lo envuelven.
En conclusión: Altamente recomendable hasta el 16 de enero...cuando las obras morirán.
Más información y audioguías en mp3 (fundamentales): La Casa Encendida.