Revista Creaciones

Así convertimos la Navidad en un festival de creatividad para no pensar

Por Masqueudos

El año pasado mi padre y yo nos quedamos a vivir en el pueblo desde Septiembre hasta Enero, huyendo un poco de la amenaza del virus en la ciudad y teniendo en cuenta que nuestro trabajo nos lo permitía (él trabaja de jubilado y yo de autónoma, así que nos pudimos autogestionar bastante bien). Mi madre y mi hermana venían a pasar todos los fines de semana con nosotras y cuando recuerdo aquellos días tengo una emoción dura y bonita a la vez. Complicado de explicar con palabras.

Así convertimos la Navidad en un festival de creatividad para no pensar

Teníamos mucho tiempo allí porque la vida en un pueblo es una maravilla: levantarse pronto, pasear aunque llueva o haya niebla, limpiar una casa grande, poner la estufa de leña, comer, descansar, y pensar. Teníamos mucho tiempo para pensar y quizas por eso entre los cuatro nos ayudábamos para no pensar demasiado y se nos ocurrió volvernos locos con la Navidad. ¿Por qué no? Teníamos un jardín grande, ideas, tiempo y mucha creatividad para pensar en otra cosa que no fuera pensar. La impulsora fue mi hermana con algunas ideas de Internec (como dice mi padre) pero lo cierto es que durante unas semanas estuvimos como locos construyendo un árbol de madera, pidiendo luces en Amazon, diseñando estrellas luminosas y no pensando.

Así convertimos la Navidad en un festival de creatividad para no pensar

El resultado fue una maravilla. Nos «contagiamos» de tal manera que todos los días hacíamos un encendido oficial a las 18h de la tarde, con villancicos en el móvil y accionando de cada uno de las luces de la morera, el porche, la verja o el árbol. Era el momento más mágico del día. Una demostración de cómo convertir una situación complicada en una oportunidad para disfrutarla.

Así convertimos la Navidad en un festival de creatividad para no pensar

Fue una de las mejores navidades que recuerdo. Levantarnos y asomarnos a la era a ver la cencellada, encender la estufa y jugar el rummy los cuatro, vestirnos elegantes para una cena deliciosa y brindar porque los tiempos mejoraran con el convencimiento de que lo íbamos a conseguir.

Así convertimos la Navidad en un festival de creatividad para no pensar

Uno de los que mas disfrutaron con nuestra locura fue mi tio Manuel. Se acercaba por las tardes a ver el árbol y se reía con el encendido. Seguro que pensaba que estábamos un poco locos pero las luces nos hacían a todos sentirnos un poco menos solos. Ahora mi tio Manuel no está, ni nosotros vivimos en el pueblo pero este año lo haremos de nuevo, porque estoy segura de que nos ve desde el cielo y porque lo necesitamos todos: un poco de locura, mucha luz y un árbol lleno de buenos deseos.


Volver a la Portada de Logo Paperblog