Revista Viajes

Assisi: El gran tesoro

Por Vagabond
Assisi: El gran tesoroAssisi ha sido el último destino de mi viaje a través de Umbría y Toscana y la etapa final de la temporada. Debo reconocer que después de haber visitado algunas de las ciudades más bellas del centro-norte de Italia no podía imaginarme que aún me aguardaban muchas sorpresas. Sin embargo, Assisi es un precioso tesoro del centro italiano, rica de historia, espiritualidad, naturaleza y obras de arte.
Aunque la palabra bella o deslumbrante probablemente son adjetivos demasiado utilizados, lo cierto es que Assisi es merecedora de ambos. Las callejuelas, las puertas y las ventanas se entremezclan en una serie de arcos y las graciosas fachadas en piedra blanca o rosada ofrecen un panorama surrealista. En muchas veces me detuve sobrecogido por el candor y la gracia de las calles, y así llegué, sin darme cuanta, a la Basílica de San Francisco.
Un vez que entramos a la basílica irremediablemente nos capturarán sus colores, no solo aquellos que provienen de los frescos sobre la vida de San Francesco, que se dice son obra de Giotto; sino también los matices que regalan los cristales góticos. Donde quiera que se pose el ojo podemos encontrar obras dignas de admiración, en la Basílica inferior podremos encontrar los cuadros de los más grandes artistas de la pintura Italiana como Cimabue y Lorenzetti. Obviamente, también hallaremos el Sepulcro de San Francisco, uno de los pocos hombre de la Iglesia que he admirado.
El santo está acostado en un sepulcro de piedra muy humilde por lo que aunque no seamos religiosos es prácticamente imposible quedarnos indiferentes ante la espiritualidad, casi invisible y tangible, que se respira en este lugar. Todas las personas se recogen en silencio a rezar y meditar, acogidas por luces muy suaves.
Pero Assisi no es solamente la Basílica de San Francisco. Son muchas las iglesias que merecen una visita, la primera sin lugar a dudas es el Duomo, con su campanario y fachada de estilo románico.
Igualmente importantes son las iglesias de Santa Clara y sobre todo la de Santa María de los Ángeles, que incluye a su vez otra pequeña iglesia llamada “Porziuncola”, absolutamente imperdible.
Desde luego también hemos visitado el Eremo delle Carceri, donde San Francisco y sus monjes se retiraban para la meditación. Habitaciones pequeñas, escaleras estrechas, puertas de solo un metro de altura; este es el corazón de un mundo que el hombre ha ido creando como un humilde huésped. Luego el bosque ha ido añadiendo su toque singular: árboles, ríos y sobre todo silencio. ¿Existen todavía hoy hombres como este?
Fuente: Infinite Strade el blog del amigo Rick

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