Revista Historia

Atentados de Barcelona: la encomiable e histórica normalidad de los barceloneses

Por Ireneu @ireneuc

Medio recuperados emocionalmente de los recientes atentados de Barcelona y Cambrils, una de las cosas que más ha sorprendido a la opinión pública mundial ha sido ver la reacción que la población barcelonesa ha tenido tras el atentado. El grito generalizado de "No tinc por" (no tengo miedo), por más que a más de uno aún le temblasen las piernas, y la imagen de normalidad de Las Ramblas llenas de gente a las pocas horas del incidente, ha sido una auténtica lección a nivel internacional de la ciudadanía barcelonesa contra el terrorismo. Tal vez ello pueda haber sorprendido a muchos, pero Barcelona tiene una larga historia y esa mezcla extraña entre flema, orgullo y "rebote" no es la primera vez que se muestra. Justamente tras la caída del Sitio de Barcelona el 11 de septiembre de 1714 pasó una cosa muy similar.

Estamos en plena Guerra de Sucesión, y tras la firma de los Tratados de Utrecht en 1713 por los austriacos e ingleses ( ver El Tratado de Utrecht o cuando la Historia pasó por Hospitalet), éstos dejan más solos que la una a los catalanes contra las tropas castellano-francesas de Felipe V. Los catalanes, en vista de la zarabanda de palos que barruntan que se les viene encima, deciden cerrarse en banda y aguantar el sitio a Barcelona al precio que fuese. La táctica les funciona desde el 25 de julio de 1713 hasta septiembre de 1714, pero tras fallar todos los intentos antiborbónicos de dar la vuelta a la tortilla, los peores augurios se hacen realidad: el 11 de septiembre de 1714 los defensores barceloneses se rinden.

Barcelona, en aquellos momentos se encuentra absolutamente destrozada. Tras 14 meses de asedio, los sucesivos bombardeos de las tropas felipistas han derribado completamente un tercio de las casas de la ciudad y otro tercio resulta con graves daños. El coronel de la Coronela (la milicia catalana que defiende Barcelona), Rafael de Casanova, ha sido herido y para evitar una masacre aún mayor -más de 6.000 barceloneses han muerto durante el asedio-, se decide la entrega de las llaves de la ciudad, cosa que hace el sargento mayor Félix Monjo en la tarde del día 12.

Así las cosas, durante la mañana del día 13 las tropas francesas entran en orden en Barcelona y el espectáculo que recibe a los vencedores les sorprende. Los barceloneses, vencidos y agotados hicieron correr la voz de volver a la normalidad de la vida habitual como si nada hubiera pasado, en un último estertor de orgullo y dignidad. Una normalidad imposible, habida cuenta lo pasado, pero que era preciso alcanzar cuanto antes: quien aún tenía taller, lo abrió; quien aún tenía tienda la abrió (aunque no tuviera nada que vender) y quien aún mantenía su trabajo, fue a él. La posguerra sería durísima para todos ( ver Nova Barcelona, el exilio de los vencidos el 11 de septiembre de 1714), pero solo cabía seguir y salir adelante. Talmente como ahora.

Aquellos barceloneses del siglo XVIII fueron derrotados, pero lo más importante tras la derrota es levantarse de nuevo... y ellos lo hicieron. De esta forma, tras los atentados yihadistas que se han llevado por delante a 14 personas y heridas a más de 100 en el batiente corazón de Las Ramblas, la única respuesta posible es seguir y salir adelante. Hacer balance, aprender de los errores y continuar con una normalidad que, aunque parezca ser imposible, es la mejor forma de levantarse, sacudirse el polvo y decir alto y claro a los terroristas que, Barcelona es mucha Barcelona... y no tenemos miedo.


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