Revista Comunicación

Audímetros y televisión

Publicado el 19 julio 2010 por Manuelsegura @manuelsegura

Audímetros y televisión

Los datos de las audiencias televisivas en España, arrojados tras el pasado Mundial de fútbol disputado en Sudáfrica, han llevado a muchos a cuestionarse su fiabilidad. Si un partido de la selección nacional lo veían oficialmente 15 o 16 millones de telespectadores, ¿qué estaban haciendo el resto de compatriotas (más de 30 millones de personas) a esas horas? Además, ¿eran todas esas personas completamente ajenas a la vorágine mundialista y a los éxitos de los chicos de Vicente del Bosque? Es, más o menos, lo que venían a preguntarse.

Resulta indudable que el seguimiento televisivo del Mundial ha sido enorme. Todos conocemos incluso que muchas personas no adictas al balompié han permanecido pegadas literalmente a la pequeña pantalla, ante las elevadas expectativas del combinado español y la catarata de resultados que le condujo a ganar, por vez primera en su historia, tan celebrado título. Y ello nos lleva a pensar que la cifra de telespectadores puede haberse quedado corta. A todo eso habrá que añadir que las mediciones se hacen, por lógica, sobre aparatos individuales y que, en consecuencia, la duda estriba en saber cómo se calcula la audiencia en cines, recintos abiertos con pantallas gigantes, bares u otros locales públicos, por ejemplo. Serían estos algunos de los numerosos interrogantes que se han suscitado a lo largo de estos días.

Hace un par de años, la empresa TNS/Sofres (hoy Kantar Media), encargada de medir las audiencias televisivas en nuestro país, anunció que ampliaría el número de audímetros de que disponía (3.840 en otros tantos hogares españoles) hasta llegar a los 4.500. Se trataba de un incremento en torno al 17%, motivado principalmente por la irrupción de la TDT y la consiguiente fragmentación de las audiencias. Se aseguraba que colocar 660 audímetros más en otras tantas viviendas, permitiría a las cadenas televisivas, agencias de publicidad y anunciantes en general, tener a su alcance una radiografía mucho más exacta de lo que es el fiel reflejo de la televisión que se consume en España.

Con los audímetros se controla la actividad del televisor, el vídeo u otra fuente de señal. La relación entre el hogar y el audímetro se realiza mediante un mando a distancia, por lo que a cada persona residente se le asigna una letra en un botón que debe pulsar cada vez que enciende o apaga el televisor, o cada vez que empieza a ver o deja de ver la televisión. Durante las 24 horas del día, el audímetro registra todos los cambios que se han ido produciendo en los distintos televisores del hogar, y cada madrugada recibe la llamada de un ordenador central al que vuelca toda la información almacenada.

Ahora bien, ¿son muchos, pocos o los normales esos 4.500 aparatos para medir la audiencia televisiva en nuestro país? Juzguen ustedes mismos: España es el séptimo a nivel mundial con número de audímetros por habitante y el cuarto en el Viejo Continente. China (14.200), Estados Unidos (12.900) e India (7.000), constituyen el trío de naciones que lidera el control de audiencias. Alemania, Italia y Reino Unido, con algo más de 5.000, son los países europeos que les siguen a distancia. Sintomático es que naciones como Francia (3.400), y ya no digamos la inmensa Rusia (3.550), se sitúen tras la estela que nosotros dejamos.

Conviene resaltar que en 1993, cuando las televisiones privadas ya llevaban casi cuatro años de rodaje, en nuestro país sólo contábamos con 2.500 audímetros instalados en los hogares. La cifra actual en España (4.500) es consecuencia de la implantación de las cadenas autonómicas en Aragón, Asturias, Baleares y Murcia.

Con todo, y como siempre suelo sostener ante quienes primero me cuestionan cómo se mide la audiencia en televisión y luego sobre la fiabilidad del número de medidores instalados, esto es lo que hay. Y es que hoy por hoy, la única fuente de la que echar mano, tanto en las cadenas de televisión como en las agencias publicitarias, es ésta. Se mire por donde se mire y se cuestione cuanto se quiera cuestionar.

[Artículo publicado en el diario La Verdad de Murcia. 19-07-2010]


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