Revista Arte

Avances y accidentes fotográficos.

Por Ikiru_yorokobu

En sus inicios, la fotografía ha visto momentos de experimentación cuyos resultados han dejado secuelas, más o menos serias y más o menos graves, a los protagonistas que las vivieron. La química no era un conocimiento común en todos aquellos que optaban por mejorar los procesos para la captación de imágenes, procesos estos que con frecuencia resultaban de apasionados cuya preocupación esencial era lograr la mejora definitiva en la fijación de imágenes en soportes fotosensibles, lo que redundaba en un perjuicio propio casi asegurado. Los vapores producidos durante el revelado de los soportes resultaban increíblemente tóxicos y la propia manipulación de estos se convertía en una odisea debido a la alta volatilidad y características inflamables. Los problemas respiratorios y las quemaduras eran la rutina de aquellas personas. El magnesio que se utilizó para producir los primeros flashes por destello convirtió a los fotógrafos en sujetos claramente identificables debido a que sus investigaciones para adaptar la luz según se quemaba el químico les habían quemado completamente las cejas. Gracias, entre otras muchas cosas, a las penurias que estas personas decidieron asumir los procesos fotográficos mejoraron siguiendo un perfeccionamiento continuado.
Pero no todo queda ahí. Quiero mencionar en este artículo un avance en concreto dentro la captación de imágenes en los momentos en que eran necesarios varios minutos para conseguir fijar los soportes fotosensibles. La fotografía existía pero era muy limitada debido a este inconveniente y Charles Bennett puso su empeño y sus conocimientos para encontrar una solución. Este británico trabajó en la composición del soporte hasta conseguir una solución seca de gelatina de plata que, tras fijarse en un soporte común de la época, era capaz de reducir el tiempo de fijado de la imagen respecto al colodión a una décima parte. Era el año 1881 y Charles Bennett publicó su descubrimiento en la 'Scientific American' adjuntando una fotografía realizada por él mismo que demostraba la veracidad de sus palabras y la eficiencia de su composición. A este buen hombre no se le ocurrió mejor forma para demostrar la rapidez en la captación de su fórmula que fijar dinamita a la cabeza de una mula y unir la mecha con el disparador de la cámara, de tal modo que cuando la dinamita explotara se produciese la toma. El resultado fue el siguiente:

AVANCES Y ACCIDENTES FOTOGRÁFICOS.

(c) Charles Bennet, 6 junio de 1881.


Aunque no se puede discutir la efectividad de la composición de Bennett en cuanto a fotografía se refiere, no podemos dejar de pensar que en vez de una mula podía haber usado igualmente casi cualquier otra cosa.
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