Revista Deportes

¡Ay, si a Tomás le gustaran los toros...!

Por Malagatoro

Tomas y toro

Tomás y el “toro”. (Foto Arjona/Aplausos.)


“La tarde no fue, sin embargo, redonda. Lo cierto es que tuvo un problemilla: que los toros no eran toros, sino becerritas. O tal vez gatitos; o, quizá, unas impresentables raspas. Y a todo el espectáculo le faltó la necesaria emoción. Aquello no fue más que un entrenamiento con un público festivo, familiar y generoso. Y eso no está nada bien. Ni un mito como José Tomás se debe permitir esa licencia, ni el respetable que paga merece tal engaño. Los novillotes de ayer, para el campo. Que la gente no es tonta; que aplaude porque ha pagado, pero sabe distinguir la fácil euforia de la emoción verdadera. Y la verdad de la mentira. No es eso, Tomás, no es eso... Hay que lidiar y matar toros, aunque la plaza sea de segunda. Todo lo demás es echar una pesada losa sobre esta deprimida fiesta. Para exigir tanto como él hay que ser exigente, primero, con uno mismo, y respetuoso con los espectadores.

…El problema es que este tremendista del compromiso personal, dispuesto antes a la cornada que al fracaso, es hijo de su tiempo; y, como tal, un conformista. Le honra su respeto a la ortodoxia, cuando el toreo tiempo ha que se despeña por un preocupante precipicio de la más vulgar heterodoxia; y ha hecho una apuesta firme por la pureza hasta el punto de que muchos yerran cuando ven en sus maneras las de un suicida preñado de morbo. En consecuencia, será reconocido, probablemente, como una inconmensurable figura del toreo, pero, ¡ay!, huye como gato escaldado del papel revolucionario que la historia ha puesto en sus manos.

Está desaparecido, no se le reconoce ni el timbre de voz, le da la espalda a las plazas de responsabilidad; prefiere carteles mediocres; no se prodiga con las figuras actuales, sus inclinaciones toristas comienzan y acaban en el toro artista; y, ayer, además, se anunció con una impresentable corrida que nunca debió salir al ruedo.

Ojalá el próximo año deslumbre al mundo con una campaña como merece su categoría y necesita esta fiesta. Mientras tanto, su revolución solo se producirá en la taquilla. ¡Ay, si a Tomás le gustaran los toros en lugar de estos becerros...!”

De la crónica de Antonio Lorca en El País


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