Ayer quemé mi casa

la luz se opone al laberinto Agustín Fernández Mallo Mi casa es el rock & roll Los Suaves Uno Desconozco por qué los horarios se han construido con este sistema de horas, minutos y segundos, aunque comprendo los relojes perfectamente. El tiempo. Vaticinar qué hora es pese a las persianas bajadas y dejar de lado el calendario y las manecillas, porque cuando nos metimos debajo de las sábanas, el mundo comenzó a girar a otro ritmo, el sistema hexagesimal perdió su vigencia y lo sustituimos por un sencillo sistema binario. Tú y yo. El resto del mundo ahí fuera. Dos. Discúlpame si debí aplaudir la decoración del salón, los muebles oscuros del baño o la delicada secuencia de colores de las paredes. Perdona si no destaqué el tamaño de la televisión o el servicio del frigorífico americano de doble puerta -sin dispensador semiautomático para el hielo, recuerdo-. Que sepan excusarme los amantes de la decoración y la arquitectura de interiores, los diseñadores gráficos, fotógrafos y artistas pictóricos de todo tipo y condición por no detenerme demasiado sobre los detalles materiales. Me gustaron el café y la conversación. El vino picado a la luz de las estrellas y la tapa de ensaladilla templada marca La Carretilla. Tus manos bajo las sábanas y las sonrisas. Ya ves, detrás de la fachada también hay cosas importantes.