Revista Cultura y Ocio

BAFICI 2015. Últimas películas de la competencia internacional

Publicado el 24 abril 2015 por María Bertoni
BAFICI 2015. Últimas películas de la competencia internacional

Cobertura de Espectadores.

Mientras las autoridades del BAFICI anuncian los ganadores de los premios y menciones de esta 17ª edición, Espectadores cierra su cobertura dedicada a la selección oficial internacional con las mini-reseñas de los siguientes cuatro largometrajes que compitieron con Above and below de Nicolás SteinerBen Zaken de Efrat CoremTheeb de Naji Abu NowarElla vuelve el jueves de André Novais OliveiraEl incendio de Juan Schnitman y nuestra favorita La mujer de los perros de Laura Citarella y Verónica Llinás entre otras.

La obra del siglo de Carlos Quintela

BAFICI 2015. Últimas películas de la competencia internacional
Los años ochenta, en colores y la segunda década del siglo XXI, en gris. Así aparece retratada la resistente y sufrida Cuba en este ejercicio de ficción inspirado en un fragmento desconocido de la Historia reciente de ese país: la construcción y posterior desmantelamiento de una central nuclear (y del barrio montado para sus trabajadores) en la región de Juraguá, provincia de Cienfuegos.

Quintela sorprende con la presentación del material de archivo que sintetiza los entretelones de esa obra monumental devenida en testimonio de la relación entre los gobiernos soviético y cubano, tanto de la época de esplendor como de la debacle tras la caída del Muro de Berlín y el desmembramiento de la URSS. El realizador articula con tino y sensibilidad porciones de noticiero y su fresco de la actualidad isleña, anclado en la convivencia de tres hombres adultos (abuelo, hijo, nieto) en un departamento de la ahora fantasmagórica Ciudad Nuclear.

El otro gran personaje es ese pececito que, como la isla bloquedada por los Estados Unidos, vive con lo mínimo indispensable.Y, como Fidel, aletea contra las circunstancias más adversas aún cuando lo dan por muerto.

Mario Balmaseda, Leonardo Gascón y Mario Guerra se sacan chispas en la recreación de una puja generacional que remite a tres maneras distintas de entender la revolución cubana. De lejos, esta coproducción entre Alemania, Suiza, Argentina y Cubana es el mejor de los cuatro largometrajes reseñados en el presente post.

Prometo um dia deixar essa cidade de Daniel Aragão

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Hija díscola que consigue abandonar el neuropsiquiátrico donde estaba internada por consumo de drogas y vida licenciosa vuelve a casa de su padre, ricachón inescrupuloso que se dedica a la política y posible asesino de su propia esposa (madre de la joven en cuestión). El reencuentro se produce en plena campaña proselitista, contexto que precipita la degradación de un vínculo enfermo y (auto)destructivo.

El guión de Aragão evoca el recuerdo de Vale todo aunque, desde el comienzo del film, la banda de sonido hardcore anuncia una versión más extrema de la exitosa telenovela que Rede Globo emitió en los años ochenta. Y así es nomás: la crónica de la debacle incluye recreaciones de alucinaciones visuales, escarceos de tipo incestuoso, escenas hot para lucimiento de la actriz protagónica, Bianca Joy Porte.

Tanta exuberancia narrativa y estética atenta contra la verosimilitud de un relato atravesado por distintas moralejas. Hasta el título suena a telenovela: Prometo dejar esta ciudad algún día.

Atomic heart de Ali Ahmadzadeh

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Atom heart mother es el otro título en inglés acordado a esta película ambientada en un Irán distinto del que creemos conocer gracias a los primeros largometrajes de Abbas Kiarostami, a Persépolis de Marjane Satrapi, a La separación de Asghar Farhadi, a Ésta no es una película de Jafar Panahi o al inolvidable documental que Mehran Tamadon presentó en el 16º BAFICI. Por lo pronto, pocas veces habremos visto ciudadanos iraníes tan globalizados como los jóvenes protagonistas de este thriller cuyos amagues de manifiesto político contienen referencias varias a la cultura occidental: el disco de Pink Floyd cuyo nombre retomó Ahmadzadeh para su film, la canción ‘We are the world’ de la iniciativa USA for Africa, el libro Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, la mención de Hugo Chávez y del Che Guevara.

En este sentido, el interés de Madare ghalbe atoomi (éste es el título original) supera la cuestión estrictamente cinematográfica. En otras palabras, si se ambientara -no en Teherán sino- en una ciudad norteamericana o europea, los espectadores estaríamos más dispuestos a afirmar que esta crónica de una noche pesadillesca (dos chicas a merced de un extraño admirador de Adolf Hitler y convencido de que Sadam Hussein y Osama Bin Laden siguen vivos) es una obra tan verborrágica como artificiosa y pretenciosa.

Songs from the north de Soon-Mi Yoo

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Habrá que atribuirles a las presuntas dificultades que supone filmar en Corea del Norte las limitaciones de este documental que repasa brevemente la historia de ese otro territorio que la Guerra Fría dividió en dos, y que retrata con honestidad intelectual a la mitad maldita, gobernada por Kim Jong-un. En las antípodas de la burlona y ruidosa The interview, ésta es una aproximación respetuosa a una realidad (inter)nacional delicada, compleja y por lo tanto irreductible a estereotipos y maniqueismos.

El principal entrevistado es el padre de la directora, ciudadano sudcoreano. Este dato basta como botón de muestra de un largometraje sin dudas bien intencionado, pero sin la cantidad y calidad de material necesarias como para superar la instancia de borrador.

La banda sonora es la virtud más grande de Canciones del norte. Algunos espectadores también celebramos la oportunidad de habernos topado con esta suerte de contraparte del bodrio que Seth Rogen y James Franco filmaron el año pasado en Hollywood.


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