Más allá de las cifras y la desfachatez de sus causantes, la recesión ha popularizado dos actitudes que, nacidas de extremos irreconciliables, me generan el mismo rechazo. Por un lado la negatividad que achaca todos los males del mundo a la crisis, y por otro, ese positivismo desmedido (y que me perdonen los optimistas) que tiene más de jornada final de la liga que de forma realista de encarar la vida. Porque, damas y caballeros, aunque en este blog se hable de esforzados artistas y maravillosas exposiciones, las salas de arte son un negocio que sufre como cualquier hijo de vecino los caprichos de los mercados. Hoy, ayer y mañana. Pero que en el hoy, diciembre de 2012, una pequeña galería del barrio de Gràcia dé el salto hasta el Eixample genera una reflexión esperanzadora para la cada vez más desangelada escena artística barcelonesa, hambrienta de circuitos que valoren su trabajo de la única forma que nuestra sociedad de consumo sabe: con dinero.
Abandonando las reflexiones (y antes de cruzar la delgada línea de la demagogia), regreso a esa galería que hacía un salto de tres paradas de metro en busca de nuevos horizontes: Víctor Lope Arte Contemporáneo. Un pequeño espacio en su Gràcia natal que ha triplicado dimensiones y que, aparte de mantenerse fiel a su línea expositiva, no piensa dar la espalda a sus principios y compromiso con los jóvenes artistas. Hay planes, hay ideas y, como descubrí en la inauguración de “Beyond Apocalypsis”, de Dani Buch, mucha ilusión por hacer de lo cualquiera llamaría una apuesta arriesgada una inversión de futuro. El espacio es envidiable: las instalaciones de la emblemática Galería 3 Punts (ahora en una nueva ubicación) y una calle, la Aribau, que, próxima a Consell de Cent (núcleo expositivo donde los haya), lleva años siendo una de las arterias principales del arte barcelonés.
Y si hablaba del espacio, no terminaré este texto sin añadir mi opinión de la muestra que Víctor Lope inauguraba el miércoles 12 de diciembre, de reminiscencias apocalípticas y un Dani Buch pletórico en su rol de ilustrador y cronista de un futuro dantesco que, si bien tiene poca relación con el vaticinado (supuestamente) por los mayas, vale la pena por sus protagonistas, gallinas incluidas. “Beyond Apocalypsis” es ironía y uno de los trazos más orgánicos y vivaces que he descubierto en los últimos años, un trabajo que, automáticamente, se gana la calificación de recomendable.
Tenéis hasta el 26 de enero para llevarme la contraria.
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