Revista Comunicación

belovodié

Publicado el 23 marzo 2017 por Libretachatarra
historias de la historia
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Entre los innumerables cuentos populares, se pueden encontrar relatos de tribus perdidas o habitantes subterráneos cuya capacidad técnica y longevidad sería superior a la de los seres de la superficie.
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Uno de esos reinos es el de Belovodié, palabra que significa “Aguas Blancas”, ubicado debajo de los montes Altái (que hoy ocupan territorios de Rusia, China, Mongolia y Kazajistán). Antes del siglo XVII nadie había oído hablar de él, pero a partir de esta época comenzaron los rusos a contar historias acerca de un lugar maravilloso y subterráneo, con todas las delicias que caracterizan a un edén, incluidas las gastronómicas y las climatológicas. Todo un Sangri-la cuyos horizontes lejanos estaban más que perdidos. Estamos hablando de un reino físico construido por personas que huyeron de Anatolia tras la toma de Constantinopla en 1453 por parte de los turcos otomanos. Para algunos investigadores, su anterior habitáculo habían sido las ciudades subterráneas de Capadocia que dejaron desiertas y “selladas” tras su partida, aunque ellos no fueron los que las construyeron.
Sus miembros se dejaban ver en contadas y esporádicas ocasiones y siempre para transmitir algún mensaje o profecía relacionada con el futuro de la humanidad. En el año 1923, una expedición de hombres partió en busca de este enclave sobre los montes Kokushi con nulo resultado, como era de esperar…
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El resultado desesperante fue que Belovodié se había desplazado de sitio o, literalmente, había desaparecido. Nunca más se supo de ellos. Según los datos de esta expedición, el lugar lo situaban en el Tíbet, aunque en un principio, cuando se tuvieron noticias de él por primera vez, debió estar más cerca de Rusia. El escritor Geoffrey Ashe, en su obra Los misterios de la sabiduría antigua (1977), cree que Belovodié “es el nombre ruso de un lugar de trascendente misterio conocido por los mongoles y los tibetanos como Shambala”. Podría ser, pero va a ser que no.
Precisamente en los montes Altái, en el magnífico valle elevado de Uimon, un venerable Viejo Creyente (starover), una rama del cristianismo ortodoxo ruso, le habló un día de 1928 al antropólogo ruso Nikolái Roerich de los Chud (que sería el supuesto nombre de los misteriosos habitantes de Belovodié), asegurándole que no era ninguna fantasía y le condujo hasta la entrada de su reino subterráneo.
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JAVIER SANZ
“El enigma del reino de belovodié”
(historias de la historia, 09.03.17)


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