El hierro tiene innumerables propiedades que benefician al cuerpo humano. Su papel fundamental es oxidar la glucosa y, por tanto, generar energía que nos va a permitir funcionar. Del mismo modo, este mineral ayuda a llevar el oxígeno a la sangre gracias a la creación de glóbulos rojos.
Además, el hierro ayuda a:
-Reducir el riesgo de fatiga y debilidad.
-Fortalece el sistema inmunológico.
-Ayuda a tener la piel más tonificada.
-Mejora el sistema respiratorio.
-Agudiza la habilidad mental.
-Favorece el sueño y previene el insomnio.
-Ayuda a prevenir las dificultades de aprendizaje en la infancia.
-Fortalece las uñas.
– Reduce los riesgos de contraer enfermedades infecciosas.
Sin embargo, la falta de hierro produce anemia, lo que va acompañado de fatiga, trastornos gastrointestinales, palidez de la piel, taquicardias, y en general, una disminución de las defensas.
El cuerpo humano es muy sabio y por eso, ha elaborado formas de conservar el hierro sobrante, dada la importancia que tiene para el normal funcionamiento de los órganos.
Cuando el hierro no se consume, se acumula en la médula ósea, en el hígado y en el bazo, como reserva por si hay escasez.
Sin embargo, un gran exceso de hierro tampoco es bueno: si acumulamos mucho hierro, se pueden producir enfermedades coronarias.
Los alimentos que poseen mayor cantidad de hierro son:
-Carnes: Hígado, Carne de vacuno, Hamburguesas, Carne de cerdo y Pollo
-Pescado
-Cereales: Avena, Pan integral, Salvado de trigo
-Verduras y frutos: espárragos, espinacas, ciruelas pasas y normales, pasas de uva y algunas semillas (calabaza, girasol, etc.)
En definitiva, un mineral del que no podemos prescindir y cuyos niveles en nuestro cuerpo son muy necesario controlar.
Jóse Javier Tendero.
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