Revista Opinión

Bernardo Atxaga en el pueblo de Villamediana

Publicado el 20 enero 2012 por María Pilar @pilarmore
Bernardo Atxaga en el pueblo de VillamedianaEn el pueblo, nadie sabía quién era ni a qué se dedicaba, pero su presencia no les pasó desapercibida; de ahí que todos se hiciesen preguntas sobre su origen, su vida y costumbres, medios de subsistencia y demás. Unos con otros fueron colaborando en sus aportaciones, basándose en la observación directa y en conjeturas más o menos aventuradas y llegaron a la conclusión que era un poeta que emborronaba cuartillas, osease uno que está un poco tocado del ala, por lo que se le perdonaban todas las rarezas.
Villamediana es un pueblo pequeño, tranquilo, donde todos se conocen y nunca pasa nada especial. Craso error si uno piensa que en un pueblo así va a pasar desapercibido, más le valiera mezclarse entre los habitantes de una gran urbe. A parte de su rara profesión, les parecía un tío callado pero de lo más normal, participaba en los lugares de encuentro de la gente que es una manera grandilocuente de decir que se tomaba unos vinos en el telecub del pueblo donde alternan los del lugar, o acompañaba en las partidas de mus o tute, donde la gente empezó a verlo como a uno más y desde que se instaló entre ellos, dejaron de cuchichear y les dejó de interesar su vida. Puedo decir que cayó bien el poeta, porque ante él hablaban de los temas que les interesaba sin que les frenara un ápice su presencia; se había ganado su respeto.La novedad del visitante duró poco porque era un hombre solitario sin amistades ni femeninas ni masculinas que lo visitasen y él contar contaba poco, pues así no hay culebrón que se sostenga. Un día se habló de él nuevamente y era que se había marchado del pueblo tal como había venido, sin avisar.Un tiempo más tarde en el suplemento de El País, periódico que llega a la tienda del pueblo, todos pudieron leer  el cuento: "Once palabras en honor del pueblo de Villamediana y una más” y quedaron gratamente sorprendidos, “mirad de dónde saca éste el dinero” se decían “vaya pájaro, que nos ha tenido engañados” Pero a la vez estaban risueños y alegres porque había vivido con ellos un escritor de verdad y lo habían visto en carne y hueso y eso en Villamediana no pasa todos los días.
Ni qué decir tiene que Obabakoak es el libro de culto de la gente del pueblo y están bien sobadas las páginas de este cuento.

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