Revista Sociedad

Bertrand Russell: Ensayos impopulares

Publicado el 29 enero 2012 por Alfredo

Bertrand Russell: Ensayos impopulares.
"Descartes, el padre de la filosofía moderna, ilustra a la perfección esta peculiar disposición mental. Jamás habría llegado a construir su filosofía -así nos lo asegura- si hubiese tenido un solo maestro, porque entonces habría creído en lo que se le decia; pero, al descubrir que sus profesores no estaban de acuerdo los unos con los otros, se vio obligado a sacar en conclusión que ninguna de las doctrinas existentes era cierta. Como tenía un apasionado deseo de certidumbre, se puso a trabajar a fin de descubrir un nuevo método para alcanzarla. Como primer paso, decidió rechazar todo aquello de lo cual podía llegar a dudar. Los objetos cotidianos (sus relaciones, las calles, el sol y la luna, y así sucesivamente) podían ser ilusiones, porque veía cosas similares en sus sueños y no podía estar seguro de no estar siempre soñando. Las demostraciones matemáticas podían ser erróneas, puesto que los matemáticos algunas veces comenten errores. Pero no podía dudar de su propia existencia, puesto que si no existía no podía dudar. Por fin, pues, tenía ahí una premisa indudable para la reconstrucción de los edificios intelectuales que su anterior escepticismo le había derribado.
Hasta este momento, todo iba bien. Pero desde ese instante su obra pierde toda su perspicacia crítica, y acepta un sinfín de máximas escolásticas a favor de las cuales no se puede alegar más que la tradición de las escuelas. Cree que existe, dice, porque eso lo ve muy clara y muy distintamente; saca en conclusión, pues, "que puedo tomar por regla general que las cosas que concebimos con suma claridad y muy distintamente son todas ciertas". Comienza entonces a concebir toda clase de cosas "con suma claridad y muy distintamente", tales como que un efecto no puede tener mayor perfección que su causa. Puesto que puede formarse una idea de Dios (es decir, de un ser más perfecto que él), esta idea debe de haber tenido otra causa más perfecta que él, causa que sólo puede ser Dios; por lo tanto, Dios existe. Puesto que Dios es bueno, Él no engañaría perpetuamente a Descartes; entonces, los objetos que Descartes ve cuando está despierto deben de existir realmente. Y así sucesivamente. Toda la cautela intelectual es arrojada por los aires (.).
En un hombre cuyos poderes de razonamiento son buenos, los argumentos falaces son prueba de inclinación tendenciosa. Cuando Descartes se encuentra escéptico, todo lo que dice es agudo y convincente, y hasta su primer paso constructivo, la prueba de su propia existencia, tiene mucho en su favor. Pero todo lo que sigue es flojo, descuidado y apresurado, revelando de este modo la deformante influencia del deseo."
Bertrand Russell: Ensayos impopulares.


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