Revista Ciencia

Biocomputación: el arte de imprimir vida

Publicado el 19 febrero 2015 por Rafael García Del Valle @erraticario
<img src="//i0.wp.com/www.erraticario.com/wp-content/plugins/send-to-kindle/media/white-15.png" alt="" title="" width="" height="" data-recalc-dims="1">Send to Kindle<img src="data:image/gif;base64,R0lGODlhAQABAIAAAAAAAAAAACH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAICRAEAOw==" data-lazy-original="http://i0.wp.com/www.erraticario.com/wp-content/uploads/2014/03/133H.jpg?resize=475%2C316" alt="133H" title="" data-recalc-dims="1"><noscript><img src="//i0.wp.com/www.erraticario.com/wp-content/uploads/2014/03/133H.jpg?resize=475%2C316" alt="133H" title="" data-recalc-dims="1">A principios de 2014,&#160;se &#8220;fabric&#243;&#8221; el cromosoma de una c&#233;lula eucariota, que es la base de todos los organismos multicelulares, desde plantas a seres humanos. En los &#250;ltimos a&#241;os, los cient&#237;ficos han sintetizado cromosomas de bacterias y virus, pero esta era la primera vez que se realizaba con &#233;xito en los constituyentes esenciales de la vida compleja.La vida es un c&#243;digo, un archivo de &#243;rdenes en un lenguaje de base cuatro: frente al binario inform&#225;tico,&#160; formado por 0 y 1, el c&#243;digo gen&#233;tico consta de cuatro mol&#233;culas que se esconden tras las denominaciones A, C, G y T.Un sistema m&#237;nimo de vida necesita&#160;un genoma b&#225;sico de 151 genes los cuales, por tanto, est&#225;n presentes en cualquier organismo. Son las instrucciones que necesita la vida para expresarse. El resto son habilidades a&#241;adidas. Si se conoce qu&#233; significa cada trozo de ADN, se puede modificar un organismo, o crearlo, a voluntad, poniendo o quitando mutaciones.Modificar&#160;el cromosoma de una c&#233;lula supone alterar sus mutaciones hasta el punto de lograr nuevas habilidades; cambiar el cromosoma completo significa convertir una especie en otra. Es lo que se conoce como trasplante de genoma.La clonaci&#243;n ha sido el juego favorito de los humanos para hacer de dioses, pero hay otra forma m&#225;s eficaz: en 2010, un equipo dirigido por&#160;J. Craig Venter&#160;sintetiz&#243; por vez primera un c&#243;digo de ADN &#8220;traduci&#233;ndolo&#8221; del lenguaje de un ordenador, y dio comienzo as&#237; a la era de la biocomputaci&#243;n, demostrando a efectos pr&#225;cticos que el f&#237;sico Erwin Schr&#246;dinger no se equivocaba&#160;cuando especul&#243;, all&#225; por 1944, a&#241;os antes del descubrimiento de la doble h&#233;lice de ADN, que la&#160;vida es un gui&#243;n escrito en un c&#243;digo simple parecido al c&#243;digo Morse.Desde la biolog&#237;a, se ha comparado la vida con la&#160;m&#225;quina autorreplicante de Von Neumann, que est&#225; compuesta por un conjunto de c&#233;lulas que transmiten una secuencia de acciones a ser realizadas y puede copiarse a s&#237; misma.Una secuencia de ADN contiene las instrucciones que se necesitan para realizar una tarea en la c&#233;lula. En el lenguaje de la comparaci&#243;n con la m&#225;quina, el ADN es el software; cuando se activa una secuencia de ADN, es como arrancar un programa en un ordenador. &#160;Las prote&#237;nas son el hardware, los robots naturales tal y como las denomina Craig Venter.Por cada tarea, hay una prote&#237;na espec&#237;fica que la lleva a cabo: el c&#243;digo de ADN se copia en el ARN, y &#233;ste sintetiza la prote&#237;na, es decir, fabrica la herramienta necesaria seg&#250;n los planos que ha copiado.Todo el proceso requiere energ&#237;a, y esto tambi&#233;n forma parte de las instrucciones: hay una parte del genoma que contiene las instrucciones sobre c&#243;mo generar energ&#237;a mediante metabolismo, convirtiendo el di&#243;xido de carbono en metano para producir mol&#233;culas de energ&#237;a y fabricar prote&#237;nas.En el caso de la vida sint&#233;tica desarrollada por Craig Venter, la &#250;nica diferencia con la naturaleza es que el c&#243;digo de ADN est&#225; en un ordenador; luego, s&#243;lo hay que traducir un lenguaje a otro, igual que hace el ribosoma al convertir el c&#243;digo del ARN en una prote&#237;na. Y es mucho m&#225;s barato sintetizar un gen desde un ordenador que clonarlo. El proceso apenas dura unas horas.Las aplicaciones de la biocomputaci&#243;n son tan diversas como lo es la imaginaci&#243;n de los humanos. La creaci&#243;n sint&#233;tica de ADN permitir&#225; disponer de nuevas vacunas en cuesti&#243;n de horas en cualquier lugar del mundo, simplemente enviando el c&#243;digo a trav&#233;s de internet y aplic&#225;ndolo a una c&#233;lula con un dispositivo de &#8220;traducci&#243;n&#8221;, una impresora que a d&#237;a de hoy est&#225; en manos de&#160;la compa&#241;&#237;a de Craig Venter, y que en el futuro ser&#225; de uso particular, como lo son a d&#237;a de hoy las impresoras 3D.Y, de la misma forma que ayudar&#225; a evitar pandemias, esta posibilidad de convertir la informaci&#243;n digital en biol&#243;gica facilitar&#225; de forma alarmante la propagaci&#243;n de las mismas. Para cualquiera que lo desee, acabar con la especie humana ser&#225; tan sencillo como lo es imprimir unos cuantos folios desde cualquier habitaci&#243;n de cualquier barrio en cualquier pueblo o ciudad del planeta.Pero hay cosas positivas: entre los ejemplos que ofrece Craig Venter para ilusionar al mundo, hay c&#233;lulas que reciclan CO2 y lo convierten en combustible o nutriente; carne sint&#233;tica hecha con las prote&#237;nas musculares de aves y ganado, sin sacrificio de animales; o vegetales a los que se les ha hecho elaborar esas prote&#237;nas animales para completar la dieta en lugares donde la cr&#237;a de ganado es inviable.Pero las posibilidades no se limitan a lo que se pueda hacer aqu&#237;, en la Tierra. La conquista del espacio ser&#225; mediante el env&#237;o, no de seres humanos, sino de informaci&#243;n digitalizada y dispositivos de ensamblaje, tal y como anticipara Arthur C. Clarke en su novela&#160;Canciones de la Tierra lejana: naves robotizadas de peque&#241;o tama&#241;o que, al llegar a un h&#225;bitat adecuado, comenzar&#225;n la s&#237;ntesis del ADN; bastar&#225;n unas m&#237;nimas condiciones para la vida, y los artefactos colonizadores crear&#225;n a voluntad los seres vivos necesarios para la formaci&#243;n de entornos complejos, ya sean plantas o animales.En la novela de Clarke, los terr&#237;colas esperaron hasta el &#250;ltimo momento por una cualidad muy real de la especie humana: es incapaz de preocuparse en serio por el futuro de generaciones a las que no conoce, por mucho que se le llene la cabeza de buenas intenciones.La biocomputaci&#243;n amenaza peligrosamente la vida de los humanos en la Tierra al &#8220;democratizar&#8221; la generaci&#243;n de pandemias. Pero, puestos a destruirse, es muy posible que las generaciones presentes ya se hayan asegurado el final de su especie por otros medios m&#225;s rutinarios, m&#225;s mediocres desde un punto de vista est&#233;tico, demasiado vulgares para lo que la mente humana podr&#237;a haber podido llegar a ser.Al menos, la biocomputaci&#243;n ofrece una soluci&#243;n para generaciones futuras.&#8220;El mundo no se enter&#243;, ni le importaba, pero hab&#237;a empezado la cuenta atr&#225;s de su destrucci&#243;n.&#8221;(Arthur C. Clarke, C&#225;nticos de la Tierra lejana)</span>

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