Cada persona es un mundo. No es una frase hecha, es una realidad: nuestros atributos físicos, nuestra voz o nuestros movimientos nos diferencia. Somos nuestro mejor carné de identidad. Policías y forenses se sirven de esta circunstancia desde hace décadas, pero la biometría –la disciplina que estudia el reconocimiento de atributos humanos- ya está presente en algo tan cotidiano como encender un móvil o desconectar la alarma de casa. Olvídate de las clásicas huellas dactilares y sácale partido a lo que te hace único.
¿Técnica milenaria?
Sofisticados sistemas de seguridad que requieren pasar por un identificador del iris, un comprobador de tu voz, un escáner de las facciones de tu cara en tres dimensiones…No es el reto al que debe enfrentarse el último héroe de acción hollywoodiense. Son sistemas de identificación biométrica que ya están disponibles y que, seguramente, sorprenderían Alphonse Bertillon. A este policía francés, jefe del departamento fotográfico de la Gendarmería de París a finales del siglo XIX, se le atribuye el desarrollo del primer sistema biométrico, basado en la longitud y anchura de cabeza y cuerpo. Después llegaría la huella dactilar, que revolucionó la disciplina. Pero, en realidad, la idea había surgido mucho antes: existen testimonios que describen cómo los comerciantes chinos empleaban impresiones de la palma de la mano para distinguir a niños de jóvenes.
De los juzgados al salón de casa
La biometría es una herramienta esencial en la investigación policial, la ciencia forense y el control de fronteras, pero también ha empezado a cubrir las necesidades de seguridad de la ciudadanía. Y no sólo para proteger determinados lugares de unas oficinas o de un banco. Los lectores de huellas digitales son habituales en los ordenadores y sirven, por ejemplo, para garantizar el control de los padres sobre las páginas web que visitan sus hijos. Y es que ya existen en el mercado muchos modelos de cerraduras biométricas que permiten en menos de un segundo leer las huellas e identificar a las personas.
Pero la biometría no se queda sólo ahí, sino que a nivel doméstico puede aportar nuevas formas de seguridad, y todo ello gracias a las innovaciones en lectores oculares y reconocimiento facial, nuevas líneas de trabajo que han llevado a permitir la identificación de una persona a través de aplicaciones que leen el iris o reconocen los rasgos faciales, y es que lo que era ciencia ficción está empezando a estar presente en nuestras vidas.
Nuevos sistemas
La investigación biométrica trata de encontrar nuevos sistemas más fiables y menos invasivos. Si no precisan muestras o interacción del identificado, mejor. Se trabaja con el pabellón auricular, el olor corporal, las marcas y movimientos de los labios, o la forma con la que se camina. La sofisticación es tal que se investigan las posibilidades de la espectroscopia de la piel humana, analizando sus características químicas. Y más: científicos españoles aspiran a sustituir el código PIN de móviles y tablets por un simple gesto, una firma ‘en el aire’ que no podría ser imitada. ¿Te imaginas chasquear los dedos y que tu móvil se encendiera?
Evitar errores
El principal obstáculo de la biometría es su fiabilidad. Puede que los fraudes parezcan de película, pero son probables: cirugía estética para simular ser otro, huellas digitales de silicona, lentillas especiales… Tan importante es el sistema como su tasa de falsos positivos y falsos negativos, y es que no hay nada más pesado que una máquina que se niega a reconocer tu propia identidad. Por eso, se apuesta por perfeccionar los sistemas y combinarlos para mayor seguridad del usuario.
Sabías que…
La biometría también puede ayudar al mundo del deporte? Ya se han diseñado las primeras camisetas biométricas, capaces de controlar el ritmo cardiaco, la temperatura, la velocidad y posición… también pueden ser útiles para personas de avanzada edad o con problemas que padecen del corazón.
Fuente: Repsol
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