Revista Cine

Blackthorn (Sin destino) (España, 2011)

Publicado el 01 julio 2011 por Manuelmarquez
Blackthorn (Sin destino) (España, 2011)PISTOLAS EN LA ALTIPLANICIE.-
¿Y si ahora resultara que no fue el Ché Guevara el primer “soldadito boliviano” —sí, ése al que cantara en el Olympia francés Paco Ibáñez— de caché y renombre universal? ¿Y si, muchos años antes que él, ya hubo un legendario hombre de armas que exhibió sus credenciales por la altiplanicie andina más allá de lo que las biografías oficiales proclamaron? Con esa premisa argumental, tan fascinante como osada, juega Mateo Gil, el cineasta español siempre asociado (indefectiblemente) al nombre de "Amenábar-superstar", en su segundo film, “Blackthorn (Sin destino)”, un western (¿crepuscular, también...?) que desarrolla su historia partiendo de la base de que el mítico pistolero Butch Cassidy (un nombre que difícilmente podemos evocar sin que acuda a nuestras mientes la imagen de un pícaramente sonriente Paul Newman) no murió cuando nos dijeron que lo hizo, sino mucho más tarde, mucho más allá. Un arranque sugerente para una trama que, desarrollada en esos desoladores parajes del país sudamericano más alto del subcontinente, promete magia, acción, intensidad y emoción. Como en las del oeste de toda la vida, vaya...
Con un aparato promocional más que decente, y un esfuerzo de producción a tono con el arrojo del empeño (algo poco habitual por estos lares, todo hay que decirlo...), “Blackthorn (Sin destino)” cuenta, además de con un cuadro técnico cuajado de nombres de prestigio (como J. A. Ruiz  Anchía a cargo de la fotografía, o Lucio Godoy encargado del rubro musical), con un elenco actoral de perfil internacional y alto nivel: el trío de intérpretes principales lo integran dos anglosajones que, sin ser de gran tirón comercial, sí que gozan de un inmenso prestigio entre los cinéfilos más conspicuos, como son Sam Shepard y Stephen Rea, y un español al que si algo no se le podrá reprochar, será la falta de valentía y coraje para abordar retos de altura, como es el caso de Eduardo Noriega, un hombre al que su perfil de “chico guapo” no le ha hecho ningún favor a la hora de construir una carrera diversa e interesante, y con la que va asentando y cuajando una valía de la que estaba muy lejos cuando arrancó la misma, con los primeros films de Alejandro Amenábar. Elementos, en suma, de atractivo indudable y que deben hacer de esta segunda cinta del canario Gil, uno de los grandes ganchos de la cartelera de esta semana a caballo entre junio y julio. Ojalá que así sea...
* Apuntes sobre el cine que viene LXIV.-

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