Estoy disfrutando de estos días de invierno organizando las tareas, terminando proyectos, empezando nuevos y poniendo en la lista los planes para el próximo año, que no son pocos. Estoy tratando de hacerme hueco en las interminables colas en busca de regalos, o de darme los últimos atracones del año, porque si… el 1 de enero empieza la dieta, y voy y me topo y con una de estas bodas de invierno, plagadas de naturaleza, dulces y calidez.
Una de esas bodas que me inspiran, que de una forma u otra me hacen adelantarme a los echos, y celebrar casi mañana mismo, en un espacio sin mucho mas que él , yo, un espacio con chimenea y chocolate caliente nuestra boda.
Detalles que me hagan olvidar el frío, y disfrutar también de ese encojer de hombros en la búsqueda de un poco de calor, y chocolate… mucho y muy bien puesto como aderezo y atrezzo para una celebración así.
Una celebración donde el blanco va mucho mas allá del vestido de novia y donde la magia de la luz, las velas, el entorno, y la naturaleza la hacen únicamente romántica y excepcional.
Pero y a vosotros…¿os apetecen las bodas de invierno?
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