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Borderlands: El videojuego alimenticio. Reanálisis.

Publicado el 18 junio 2011 por Portalgameover

Borderlands Game of the Year Edition constituye la recopilación en un único disco del título original, aparecido en octubre de 2009, y las cuatro expansiones lanzadas en forma de DLC de manera sucesiva desde entonces al amparo del inesperado éxito crítico-comercial cosechado por el juego: The Zombie Island of Doctor Ned, Mad Moxxi’s Underdome Riot, The Secret Armory of General Knoxx y Claptrap’s New Robot Revolution. Sin lugar a dudas una ingente cantidad de horas ante el monitor que garantiza una relación cantidad/precio más que aceptable.

Borderlands Game of the Year Edition / Gearbox Software-2K Games / PS3-Xbox 360-PC

Borderlands Game of the Year Edition / Gearbox Software-2K Games / PS3-Xbox 360-PC

Con un currículum especialmente destacado en el ámbito de los FPS, Gearbox Software, fundado en Texas en 1999, es la gente que se encuentra tras las expansiones Opposing Force, Blue Shift y Decay del mítico Half-Life (Valve, 1998) y los ports de dicho título a Dreamcast y PlayStation 2. Han participado también, por otro lado, en la versión retail del FPS más longevo en la red, Counter Strike (Valve, 2000), y su revisión: Condition Zero (Valve, 2004), así como en las versiones para PC y Mac de Halo: Combat Evolved (Bungie Studios, 2001).

Con todo, este estudio tejano quizás sea especialmente recordado por su serie Brothers in Arms (2005), nacida en plena eclosión de shooters ambientados en la Segunda Guerra Mundial y que pretende destacar por un pretendido rigor histórico, así como por el título que nos ocupa y, sobre todo, por haber sido los encargados de poner el punto y final al desarrollo más prolongado y tortuoso de la historia: Duke Nukem Forever, todo un icono del videojuego violento y casposo de los noventa.

La historia de Borderlands tiene lugar en el típico y tópico futuro descorazonador y marcado por el problema de la superpoblación, que obliga al hombre a buscarse las castañas por el universo colonizando otros mundos. Uno de estos planetas en los que acaba recalando es Pandora, una mezcla post-apocalíptica de arena, sol y chatarra que, al parecer, esconde una avanzada tecnología alienígena en algún lugar de sus vastos desiertos de mugre en cel shading. Tu trabajo consistirá, por tanto, en localizarla y hacerte con ella.

Jugablemente el título vendría a ser una especie de híbrido que se construye a partir de una interesante pero liviana combinación de tres géneros: Sandbox, FPS y RPG. En términos generales y un tanto simplistas podría definirse como un GTA en primera persona y con puntos de experiencia, que, pese a funcionar como conjunto con cierta solvencia, termina confundiendo sencillez con simplicidad, de manera que el perfil bajo de alguno de los tres géneros de los que se nutre, unido a la fallida implementación de determinados detalles, hace que las sensaciones finales que transmite sean francamente mejorables.

Los diseños son tan buenos que un simple vistazo basta para comprender cada una de las cuatro clases que propone el juego

Los diseños son tan buenos que un simple vistazo basta para comprender cada una de las cuatro clases que propone el juego

Sandbox

Pandora constituye un mundo gigantesco y abierto, que irás desbloqueando progresivamente a medida que superes misiones. Junto a las principales que sirven como hilo conductor de la trama, tienes a tu disposición una cantidad enorme de tareas secundarias que adquieren una relevancia especial en términos de jugabilidad, ya que te permitirán subir de nivel al personaje, requisito imprescindible para poder avanzar en el juego.

Por desgracia la gran mayoría de estas misiones están cortadas por el mismo patrón y su propuesta jugable no va más allá de los intercambios de plomo. De hecho, el único matiz que permite distinguir unas de otras es puramente argumental y se refiere al objetivo que has de lograr, que puede consistir en activar uno o varios mecanismos, conseguir algún objeto, acabar con un personaje concreto o con una banda, etc., pero, en última instancia, la manera de llegar a él o, en sentido estricto, la forma de jugar cada misión, es siempre idéntica: a tiro limpio, por lo que la única variedad vendrá dada por el diseño de escenarios y por la diversidad de enemigos. Soluciones un tanto discretas y que, dada la vasta duración del título, sólo funcionan durante unas pocas horas, resultando, desde luego, insuficientes para mantenerlo a flote.

El juego tiene al menos el acierto de poner a tu disposición vehículos para agilizar los desplazamientos y paneles para teletransportarte. Sin embargo las posibilidades de exploración o de interacción con el entorno, dada su naturaleza desangelada, distan mucho de la riqueza que puede ofrecerte un entorno urbano made in Rockstar. Gearbox pretende camuflar dicha circunstancia con una solución tan mediocre como inútil, consistente en el sucio truco de colocar tesoros en cada esquina. En Pandora dar una patada a una piedra casi siempre tiene premio en forma de dinero, munición, objetos o armas, y, a fuerza de abusar de este recurso, el tiempo que puedas tardar en liquidar a los miembros de una banda rival será un instante en comparación con el invertido luego en saquear sus cadáveres y registrar taquillas, cofres, etc.

En la vida hay cosas que mejoran en compañía de alguien. Echar una partida a Borderlands es, sin duda, una de ellas

En la vida hay cosas que mejoran en compañía de alguien. Echar una partida a Borderlands es, sin duda, una de ellas

FPS

Llegado el momento de apretar el gatillo, Borderlands ofrece un sistema de combate simplón, que huye de todo aquello que tenga algo que ver con la táctica, en el que el plan ideal no va más allá de disparar primero y preguntar después, y donde ni tan siquiera existe la posibilidad de cubrirse, pero a cambio pone a tu disposición un arsenal enorme, casi infinito. Para cada tipo de arma encontrarás una cantidad absurda de modelos y variantes, cada uno con sus características específicas y sus propios niveles en cuanto a precisión, retroceso, cadencia, etc.

La bofetada la recibes cuando comienza el baile y las balas empiezan a silbar. La rápida reacción de los enemigos al ser atacados, así como su habilidad para ubicar el origen de los disparos, no se ven refrendadas luego por la manera de dirigirse en el combate: repiten rutinas, algunos ni se molestan en cubrirse, otros se quedan inmóviles, los hay que corren hacia ti como pollos sin cabeza, etc. Unos pocos segundos intercambiando plomo en Borderlands bastan para comprender que los rivales a los que te enfrentas, sean humanos o criaturas, poseen una inteligencia artificial lamentable y a años luz de toda esa gigantesca, nutrida y, en última instancia, desperdiciada armería que es Pandora.

Por otro lado, la variedad de enemigos y el hecho de que cada uno de ellos ofrezca unos patrones de comportamiento, aunque mediocres, diferentes, es un detalle a agradecer y que contribuye en cierta medida a mitigar la sensación de tedio que se mastica en todo momento, pero resulta, como se ha comentado, insuficiente para soportar la gran duración del juego y la enorme cantidad de misiones que propone.

El apartado gráfico del título es fantástico. Los entornos de la isla del Doctor Ned parecen extraídos de una película de Tim Burton cuando aún hacía buen cine

El apartado gráfico del título es fantástico. Los entornos de la isla del Doctor Ned parecen extraídos de una película de Tim Burton cuando aún hacía buen cine

RPG

Las intenciones roleras del título de Gearbox quedan claras nada más introducir el disco en el lector. Lo primero que harás cuando comiences a jugar será elegir entre cuatro clases de personajes, que en esencia vendrían a ser francotirador, mago, luchador y soldado, cada uno de los cuales posee sus propias características y modificadores, así como una habilidad específica. Se trata de un punto de partida importante, pero que, al menos en lo relativo a determinadas clases, no resulta fundamental para pasarse el juego, en el sentido de que el hecho de elegir un personaje, aunque otorga determinadas bonificaciones para según que armas, no te impedirá posteriormente utilizar el armamento de otro. Así es perfectamente factible elegir la clase soldado y tirar luego de rifle francotirador.

Cada elemento susceptible de ser equipado (arma, escudo, etc.) requiere de un nivel de experiencia mínimo para poder hacerlo. En Borderlands subir de nivel es, por tanto, requisito imprescindible para progresar y la manera de hacerlo es, como en cualquier RPG al uso, combatiendo. De hecho la propia filosofía del juego obedece a esta finalidad: dejar una zona limpia de enemigos no impide que éstos reaparezcan cuando vuelvas, en una mecánica que parece imitar, pese a tratarse de un RPG de acción puro y duro, a la de los combates aleatorios del rol japonés por turnos. Por otro lado, la ingente cantidad de misiones, esto es, de combates, garantiza la adecuada promoción del personaje.

El juego tiene el acierto de no incorporar autoleveling, por lo que eres tú el que ha de adaptarse a los enemigos y no éstos a ti, y el detalle de mostrarte en todo momento el nivel de tu personaje y, apuntando con el arma, también el del rival, como si de una habilidad libra se tratase. Un nivel superior al del enemigo implica que cada proyectil que impacte en el blanco causará mayor cantidad de daño y, al revés, un nivel deficiente te exigirá más disparos certeros para vencer.

Por otro lado existe una amplia variedad de potenciadores o power-ups de quita y pon con los que podrás equiparte, siempre y cuando sean compatibles con tu clase, incrementando, así,  características de lo más variopinto: velocidad de recarga del escudo, barra de vida, etc. La variedad es enorme y afecta incluso a las prestaciones de determinada artillería.

Lo cierto es que el componente rolero que ofrece Borderlands no es desdeñable. Sin llegar a alcanzar ni mucho menos la convicción o el empaque que muestran otros títulos más puros, ofrece al menos unas posibilidades de equipación enormes y logra transmitir esa sensación de progreso tan gratificante y apreciada por el aficionado al rol.

Todo ello no es suficiente, sin embargo, para que el juego crezca y termine por despegar, ya que, por un lado, sus otras facetas jugables actúan como un auténtico cáncer y, por otro, tropieza con un grave error de diseño: la munición de agota. Cualquier RPG centrado en el combate normalmente tira de armas blancas para ganar en dinamismo, ya que son imperecederas. En el peor de los casos se deterioran progresivamente con su uso, por lo que periódicamente deberás repararlas o sustituirlas por otras. El uso de armas de fuego es perfectamente factible en un juego de estas características, pero en tal caso es conveniente establecer un sistema de munición infinita o de regeneración gradual, ya que lo contrario condenará al jugador a explorar los entornos para recargar sus armas, distrayéndole, así, de lo verdaderamente importante y destrozando el ritmo del juego. Esto es lo que sucede en Borderlands: pese a que su mecánica lo pide a gritos, únicamente los vehículos poseen munición infinita, por lo que te verás en la necesidad de recolectar artillería registrando cadáveres, cofres, etc. Ya avanzado el juego obtienes un objeto que permitirá su regeneración automática, pero se trata de una solución que, aunque efectiva, lleva excesivamente tarde.

La introducción de vehículos constituye todo un acierto: agilizan los desplazamientos y el combate

La introducción de vehículos constituye todo un acierto: agilizan los desplazamientos y el combate

DLCs

El inesperado éxito de Borderlands ha propiciado el lanzamiento sucesivo de 4 DLCs de diversa calidad, amén de la recientemente anunciada segunda parte. Pese a carecer de relación argumental alguna con el título original (salvo The Secret Armory of General Knoxx), estas expansiones respetan el nivel alcanzado previamente por el personaje y, algunas de ellas, están concebidas incluso para mejorarlo aún más. Con todo, las novedades jugables que ofrecen no pasan de lo anecdótico y su valor añadido se traduce únicamente, por tanto, en la posibilidad de incrementar la ya de por sí vasta propuesta del título principal.

- The Zombie Island of Doctor Ned te impone el objetivo de acabar con una plaga de no muertos y constituye probablemente el capítulo visualmente más atractivo. Dada la naturaleza de los enemigos, los combates resultan algo más viscerales y de cortas distancias, pero al mismo tiempo más mediocres y aburridos.

- Mad Moxxi’s Underdome Riot viene a ser un más de lo mismo en una serie de arenas que has de superar, alterando en cada una de ellas determinados parámetros (características de los enemigos, escudos, daño, velocidad, etc.) para aportar cierta variedad. Se trata de una propuesta carente de mayores pretensiones, claramente orientada al cooperativo y que recuerda ligeramente al modo horda de Gears of War.

- The Secret Armory of General Knoxx representa una prolongación en toda regla del juego principal y constituye, en este sentido, su expansión más ambiciosa tanto desde un punto de vista argumental como jugable.

- Claptrap’s New Robot Revolution nace con la intención de hacer caja con coste cero y se limita  a reciclar buena parte del material ya visto. Sin duda alguna, se trata del episodio más flojo.

Conclusiones

Borderlands Game of the Year Edition es un título ambicioso a la hora de combinar mecánicas procedentes de diferentes géneros, pero carece del pulso suficiente para encajarlas con precisión, quedándose en un sandbox cuyo principal activo consiste en los kilómetros cuadrados que esgrime, un FPS carente de interés y un RPG rico en posibilidades pero lastrado por un sistema de munición inadecuado a la premisa del juego. Pese a mejorar en el modo cooperativo, cuando la inteligencia humana ejerce el trabajo que no ha sabido traducir a código el estudio de desarrollo, transmite en todo momento cierta sensación de encorsetamiento y nunca llega a proponer un componente cabra o gamberro que le habría sentado como un guante.

Un título, en definitiva, puramente alimenticio, el juego ideal cuando sientas la necesidad imperiosa de darte un atracón de pad pero tu presupuesto no te permita demasiadas alegrías. Borderlands representa el triunfo de la cantidad frente a la calidad y cada céntimo invertido en su adquisición te reportará un considerable puñado de horas frente al monitor, pero ni un solo segundo realmente memorable.

Valoración: Del montón


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