Ella se llama Carmen, aunque musicalmente se hace conocer como Boza. Nació en el mes de julio de 1987, pero no empezó a acariciar la guitarra hasta bien cumplidos los 15, cuando soñaba con ser Avril Lavigne. Le costó un par de años más decidirse a poner música a sus ideas, sueños y miedos, pero una vez abierta la caja de Pandora no hubo manera de echarse atrás. Confiesa que tiene muchas influencias, y muy distintas además; desde Andrea Bocelli a Antonio Vega, pasando por Bon Iver o Kings of Convenience, sin olvidar a José González o Jorge Drexler. Hace un tiempo, tuvo un malentendido con la música, vendió su guitarra y pensó en no volver a tocar ni cantar más, pero el destino puso un teclado en sus manos y no pudo evitar vacíar su alma sobre las teclas. Volvió a coger la guitarra, aprendió a defenderse con el teclado y las canciones que en su momento pensaron en escapar de su cabeza, volvieron a quedar atrapadas entre sus dedos. Dejó su Línea de la Concepción para marcharse a Cádiz, aunque finalmente acabó instalándose en Málaga, donde ha empezado a labrarse un nombre gracias a esas historias que envuelve en acordes y viste de domingo con su preciosa y suave voz. Confiesa que le gusta creer que las canciones están escondidas entre las cuerdas de su guitarra, esperando a que los dedos acaricien las notas en el orden correcto, como si de la clave de una caja fuerte se tratara. Y ella, como un ladrón de guante blanco, sigue buscando esa clave que tan a menudo encuentra. Así es ella. Así es Boza, la brisa que viene del sur.